La historia de Za’labah, quien vio a una mujer haciendo la ablución mayor y se murió del temor de Dios

Pregunta Me gustaría averiguar si una historia que he oído es auténtica. Si resulta ser débil, ¿es todavía permisible contarla? Porque es contundente el buen efecto en los corazones de la gente. Cuando lo cuente, ¿tengo que señalar que es débil? La historia es como sigue: Za’labah Ibn ‘Abd ar-Rahmán era un muchacho huérfano de…

Pregunta

Me gustaría averiguar si una historia que he oído es auténtica. Si resulta ser débil, ¿es todavía permisible contarla? Porque es contundente el buen efecto en los corazones de la gente. Cuando lo cuente, ¿tengo que señalar que es débil? La historia es como sigue:

Za’labah Ibn ‘Abd ar-Rahmán era un muchacho huérfano de Ansar, que no tenía más que dieciséis años. Él solía sentarse a menudo con el Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él), quien lo envió un día a hacer un mandado a los mercados de Medina. Pasó por una de las casas de Ansar y miró la puerta de la casa, que estaba abierta. Había una cortina para el cuarto de baño que estaba cerrada, pero vino el viento y la levantó, detrás de la cual había una mujer que estaba haciendo la ablución mayor. Él la miró una o dos veces, entonces se dio cuenta de lo que ocurría y tomó el asunto muy seriamente. Tuvo miedo de que se revelaran versos acerca de él y que sería descripto como uno de los hipócritas, a causa de este pecado. Tuvo miedo de regresar con el Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él), entonces se fue al desierto, y nadie supo dónde había ido. Cuando pasaron tres días, el Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) le dijo a alguno de sus compañeros que vayan a buscarlo a Medina, pero no encontraron ningún rastro de él. Esperó hasta que pasaron cuarenta días, entonces les dijo que lo buscaran en las zonas de desierto, porque estaba preocupado por él. Ellos fueron y lo buscaron, y llegaron a un grupo de beduinos y se los describieron. El beduino dijo: “¿Quizás están buscando al muchacho llorón?”. Ellos dijeron: “¿Dónde está?”. Ellos dijeron: “En las cuestas de esta montaña, bajará al final del día”. Así que se aprovisionaron para esperarlo, entonces lo agarraron y lo llevaron a su casa, porque estaba exhausto de tanto llorar. El Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) fue con él, y Za’labah le preguntó si se había revelado algún verso acerca de él. Él dijo: “No”. Za’labah se puso muy enfermo, y el Profeta se sentó a su lado hasta que él se murió. Entonces ofrecieron la oración fúnebre por él y cuando llevaban el féretro para enterrarlo, el Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) iba caminando de puntillas. ‘Umar le preguntó por eso y él dijo: “Ay por ti, Oh ‘Umar. Por Dios, no puedo encontrar ningún lugar para poner mis pies a causa de tantos ángeles que están agolpados a mi alrededor”.

Alabado sea Dios.

La historia
mencionada en la pregunta es un resumen de una larga historia que fue
narrada de Yábir Ibn ‘Abdullah (que Dios esté complacido con él) quien
dijo:

“Un hombre joven de
Ansar que se llamaba Za’labah Ibn ‘Abd Ar-Rahmán se convirtió al Islam, y
solía servir al Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean
con él). Él lo envió a hacer un mandado, y pasó por la puerta de una de las
casas donde vio a una mujer desnuda haciendo la ablución mayor. Él la miró
repetidamente, y después se asustó porque pensó que la Revelación caería
sobre el Mensajero de Dios (que la paz y las bendiciones de Allah sean con
él) hablándole acerca de lo sucedido, entonces salió huyendo, y fue a un
área montañosa entre Meca y Medina en donde se escondió. El Mensajero de
Dios (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) lo extrañó durante
cuarenta días, que fueron los días en que dijeron que Dios lo había
desamparado y estaba disgustado con él, entonces Gabriel (la paz sea con él)
bajó ante el Mensajero de Dios (que la paz y las bendiciones de Allah sean
con él) y le dijo: “Oh Muhámmad, tu Señor te envía saludos de paz, y te
dice: “El hombre de tu comunidad ha huido y está en estas montañas, buscando
refugio en Mí de Mi Fuego”.

El Mensajero de Dios
(que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) dijo: “¡Oh ‘Umar! ¡Oh
Salmán! Vayan y tráiganme a Za’labah Ibn ‘Abd Ar-Rahmán”. Partieron a través
de las calles de Medina y se reunieron con uno de los pastores de Medina
cuyo nombre era Dufafah. ‘Umar le dijo: “Oh Dufafah, ¿sabes cualquier cosa
acerca de un joven merodeando en estas montañas?”. Dufafah le dijo: “¿Quizá
andan buscando al que está huyendo del Infierno?”. ‘Umar le dijo: “¿Cómo
sabes que está huyendo del Infierno?”. Él dijo: “Porque en la mitad de la
noche salió de estas montañas con la mano en su cabeza, diciendo: “¡Tomarás
mi alma como Tú tomaste otras almas y mi cuerpo como Tú tomaste otros
cuerpos, no me expongas en el Día del Juicio!”.
‘Umar dijo: “Él es a
quien estamos buscando”.

Entonces
Dufafah se puso en camino con ellos, y en la mitad de la noche Za’labah
salió de esas montañas, con su mano en la cabeza, diciendo: “¡Tomarás mi
alma como Tú tomaste otras almas y mi cuerpo como Tú tomaste otros cuerpos,
no me expongas en el Día del Juicio!”. ‘Umar fue y lo abrazó y Za’labah
dijo: “Quiero estar a salvo del Fuego”. ‘Umar le dijo: “Soy ‘Umar Ibn
Al-Jattáb”. Él dijo: “Oh ‘Umar, ¿sabe el Mensajero de Dios (que la paz y las
bendiciones de Allah sean con él) de mi pecado?”. Él dijo: “Todo lo que sé
es que te recordó ayer, y lloró”. Za’labah dijo: “Oh ‘Umar, no me dejes
llegar hasta él excepto cuando esté rezando, y Bilal esté diciendo “Qad
qaamat as-salaah”
(‘la oración está a punto de comenzar’, es decir la llamada que precede
inmediatamente a la oración)”.
‘Umar dijo: “Eso haré”.

Entonces lo llevaron a
Medina y llegaron cuando el Mensajero de Dios (que la paz y las bendiciones
de Allah sean con él) estaba rezando la oración del amanecer. ‘Umar y Salmán
se apresuraron para unirse a la fila de devotos, pero Za’labah no llegó a
oír la recitación del Mensajero de Dios (que la paz y las bendiciones de
Allah sean con él), porque cayó inconsciente. Cuando el Mensajero de Dios
(que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) dijo el final de la
oración, les preguntó: “Oh ‘Umar, Oh Salmán, ¿qué le pasó a Za’labah Ibn
‘Abd ar-Rahmán?”.
Ellos dijeron: “Él está allí, Oh Mensajero de Dios”.

El Mensajero de Dios
(que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) se puso de pie y dijo:
“¡Oh Za’labah!”. Él dijo: “Aquí estoy, Oh Mensajero de Dios”. Él lo miró y
dijo: “¿Qué te mantuvo lejos de mí?” Él dijo: “Mi pecado, Oh Mensajero de
Dios”. Él dijo: “¿No quieres que te cuente de un verso que expiará los
pecados y errores?”. Él dijo: “Sí, Mensajero de Dios”. Él dijo: “Di:
Allahúmma átina fi ad-dunia hásanah wa fi al-ájirati
hásanah wa qínna ‘adáb an-naar”
¡Señor nuestro! Danos bienestar en esta vida y en la otra, y presérvanos
del tormento del fuego!
(Al-Báqarah, 2:201)”.
Él dijo: “Mi pecado es
demasiado grande, Mensajero de Dios”. El Mensajero de Dios (que la paz y las
bendiciones de Allah sean con él) dijo: “Más bien la palabra de Dios es
mayor”. Entonces el Mensajero de Dios (que la paz y las bendiciones de Allah
sean con él) le dijo que fuera a su casa, pero el muchacho cayó enfermo, y
estuvo así durante ocho días. Entonces Salmán fue con el Mensajero de Dios
(que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) y le dijo: “Oh Mensajero
de Dios, ¿no quiere visitar a Za’labah, porque está enfermo?”. El Mensajero
de Dios (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) dijo: “Vamos con
él”.

Cuando llegó junto a él,
el Mensajero de Dios (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él)
tomó su cabeza y la puso en su regazo, pero él sacó la cabeza del regazo del
Mensajero de Dios. El Mensajero de Dios (que la paz y las bendiciones de
Allah sean con él) le dijo: “¿Por qué sacas tu cabeza de mi regazo?”. Él
dijo: “Porque está llena de pecados”. Él dijo: “¿Qué sientes?”. Él dijo:
“Siento algo como si se arrastrasen hormigas entre mi piel y mis huesos”. Él
dijo: “¿Qué anhelas?”. Él dijo: “El perdón de mi Señor”.

Entonces Gabriel (la
paz sea con él) bajó ante el Mensajero de Dios (que la paz y las bendiciones
de Allah sean con él) y le dijo: “Ciertamente tu Señor te transmite saludos
de paz y bendiciones, y dice: “Si este siervo mío se encontrara conmigo con
el corazón lleno de pecados tan grandes como la Tierra, Yo me encontraría
con él con una cantidad similar de perdón”. El Mensajero de Dios (que la paz
y las bendiciones de Allah sean con él) le preguntó: “¿Debería contarle
eso?”. Él dijo: “Sí, efectivamente”. Entonces el Mensajero de Dios (que la
paz y las bendiciones de Allah sean con él) se lo contó, y entonces el
muchacho dio un grito de emoción y luego murió. El Mensajero de Dios (que la
paz y las bendiciones de Allah sean con él) dio instrucciones para que sea
lavado y cubierto con una túnica, y ofreció la oración fúnebre por él.
Durante la procesión, el Mensajero de Dios (que la paz y las bendiciones de
Allah sean con él) empezó a caminar de puntillas y le preguntaron: “Oh,
Mensajero de Dios, ¿por qué caminas de puntillas?”. Él dijo: “Por Quien me
envió con la verdad como Profeta, que no puedo poner mis pies en la tierra a
causa de la cantidad de alas de los ángeles que bajaron para acompañar su
cortejo fúnebre”.

Registrado por Abu
Na’im en Hiliat al-Awlíya’, 9/329-331; en Ma’rifat as-Sahabah, 1/498, y por
Ibn al-Yawzí en Al-Mawdú’at, 3/121.

Al-Jará’iti lo narró
en I’tilal al-Qulub, 272, y mediante Ibn Qudámah en At-Tawwabín, 105-108.

Fue registrado por
Abu ‘Abd ar-Rahmán as-Sulami en Tabaqat as-Sufíyyah, pág. 51; y por Ibn
Mándah en forma resumida, como fue mencionado en Al-Isábah, por Ibn Háyar,
1/405.

Todos ellos lo
narraron a través de Sulaim Ibn Mansur Ibn ‘Ammar, con la siguiente cadena
de transmisión: “Mi padre nos dijo, de Al-Munkadir Ibn Muhammad Ibn
al-Munkadir, de su padre, de Yábir Ibn ‘Abdullah (que Dios esté complacido
con él)…” y citó la historia.

Pero el reporte de
Al-Jara’iti no se refiere al verso en que Dios, glorificado y exaltado sea,
dice (traducción del significado):

“Que
tu Señor [¡Oh, Muhammad!] no te abandonó ni te aborreció jamás” (Ad-Duha,
93:3).

Este reporte es
débil, y tiene varios problemas.

1 – Ninguno de los
eruditos establecieron en términos claros que Sulaim Ibn Mansur Ibn ‘Ammar
fuera fiable.

Ibn Abi Hátim (que
Allah tenga misericordia de él) dijo: “Mi padre narró cosas de él, y yo le
consulté acerca de él. Le dije: “Los eruditos de Bagdad lo critican”. Me
dijo: “Detente. Le consulté a Ibn Abi az-Zálch acerca de él, le dije: “Dicen
que él anotó el reporte de Ibn ‘Alíyah cuando era joven”, y me respondió:
“No, más bien era más viejo que nosotros”. Fin de la cita.

Al-Yárh wa’t-Ta’dil,
4/216.

Ad-Dahabi (que Allah
tenga misericordia de él) dijo:

“Fue criticado, pero
sus reportes no fueron rechazado”. Fin de la cita.

Al-Mugni fi ad-Du’afa’,
1/285.

Algunos de los
eruditos declararon que había una investigación para ver si había algún
reporte similar, pero no era exahustiva.

Ibn ‘Iraq dijo:

“Había una
investigación para ver si había algún otro reporte que fuera similar al de
Sulaim. Eso fue narrado por ‘Uzmán Ibn ‘Umar ad-Darrach en su libro. Él
escribió sobre una cadena de transmisión: “Abu Nasr Áhmad Ibn Muhámmad Ibn
Hisham at-Taliqani nos dijo que su abuelo le dijo que Mansur Ibn ‘Ammar nos
dijo. Pero no sé quién era At-Taliqani”. Fin de la cita.

Tanzih ash-Sharí’ah,
1/349.

2 – El predicador
Mansur Ibn ‘Ammar.

Él era sumamente
elocuente en predicarle a la gente y podía movilizarlas profundamente.
Predicó en Bagdad, Siria y Egipto, y se volvió muy famoso.

Abu Hátim dijo: “No
es sólido”. Ibn ‘Adí dijo: “Su reporte es extraño”. Al-‘Uqaili dijo: “Él
está influenciado por el punto de vista de Yahami”. Ad-Daraqutni dijo: “Él
transmitió de narradores débiles reportes que no fueron narrados por
otros”.

Ver: Mizán
al-I’tidal, 4/187-188.

3 – Al-Munkadir Ibn
Muhámmad Ibn al-Munkadir.

Ibn ‘Uiainah dijo:
“No era un erudito de los reportes”. Fue narrado de Yahia Ibn Ma’ín: “Él es
insignificante”. En una ocasión dijo: “No hay nada sólido acerca de él”. Abu
Zar’ah dijo: “No es sólido”. Abu Hátim dijo: “Era un hombre que no entendió
el reporte. Cometió muchos errores y no memorizó el reporte de su padre”.
Al-Yawzjani y An-Nasá’i dijeron: “Él es débil”. Al-Háfiz Ibn Háyar resumió
las normas sobre él en At-Taqrib, cuando dijo: “Su reporte no es muy
sólido”.

Ver: Tahdib
at-Tahdib, 10/318.

4 – Hay algunos
problemas en el texto del reporte:

El verso referido en
el reporte “Que tu Señor [¡Oh, Muhammad!] no te abandonó ni te aborreció
jamás” (Ad-Duha, 93:3), no fue revelado en Medina sino en La Meca antes
de la Emigración, pero en este reporte sugiere que fue revelado en Medina
después de la Emigración. Esta es una seria contradicción.

Ibn al-Yawzi (que
Allah tenga misericordia de él) estaba seguro de que era un reporte
inventado, escribió:

“Este es un reporte
fabricado, es muy extraño, y el que lo inventó delató su invento cuando
dijo: “… eso fue cuando el verso “Que tu Señor [¡Oh, Muhámmad!] no te
abandonó ni te aborreció jamás” (Ad-Duha, 93:3) le fue revelado”. Pero
este verso fue revelado en Meca, y no hay ningún erudito que disienta con
esto. Es más, no había nadie entre los compañeros que se llamara Dufafah.
Esta cadena de transmisión contiene varios narradores débiles, incluido
Al-Munkadir, de quien Yahia dijo: “Él es insignificante”, e Ibn Hibbán dijo:
“Solía decir cosas en base a su imaginación. Por lo tanto no es válido usar
sus reportes como prueba. Otro (de estos narradores débiles) es Sulaim Ibn
Mansur, quien fue criticado por algunos eruditos de los reportes”. Fin de la
cita.

Al-Mawdu’at, 3/123.
As-Suiuti
estuvo de acuerdo con él en Al-La’ali al-Masnu’ah, 1/416.

Ibn Al-Azir (que Allah
tenga misericordia de él) dijo:

“Hay otro problema en
esto además de sus cadenas de transmisión. El verso “Que tu Señor [¡Oh,
Muhámmad!] no te abandonó ni te aborreció jamás” (Ad-Duhá’, 93:3) fue
revelado en los primeros tiempos del Islam, en Meca, y eso demuestra que el
reporte no es auténtico. En el reporte esta historia tuvo lugar
supuestamente después de la Emigración, y los dos reportes no pueden
reconciliarse”. Fin de la cita. Fin de la cita de Asad al-Gabah, 1/385.

Al-Háfiz Ibn Háyar (que
Allah tenga misericordia de él) dijo:

“Ibn Mándah dijo,
después de narrarlo en resumen: “Mansur es el único que lo narró”. Yo creo
que hay alguna debilidad en él, y su shéij es más débil que él. El contenido
del reporte también indica que es débil, porque el verso “Que tu Señor
[¡Oh, Muhammad!] no te abandonó ni te aborreció jamás” (Ad-Duha, 93:3)
fue revelado después de la Emigración, y no hay diferencias en la opinión de
los eruditos respecto de esto”. Fin de la cita.

Al-Isabah, 1/405. Fue
narrado y confirmado por As-Sajjawi en At-Tuhfah al-Latifah fi Tarij
al-Madinah ash-Sharifah, 152.

En resumen: la cadena de
transmisión de esta historia es de narradores débiles, y su texto también
muestra que es extraño. Por lo tanto no es permisible narrarlo o hablar de
él a menos que uno explique que es débil, y que es uno de esos reportes
destinados a conmover el corazón, sobre los que muchos eruditos tuvieron
criterios de autenticación más laxos, pero nosotros no podemos ser menos
estrictos a la hora de considerar si esto sucedió o no. Su cadena de
transmisión es sumamente débil, y los eruditos que consideraron permisible
narrar reportes débiles cuando no tienen que ver con normas legales sino con
movilizar el corazón, estipularon que no deben ser extremadamente débiles y
no deben tener ningún contenido extraño.

Para más información,
por favor consulta la respuesta a la pregunta No. 44877.

Y Allah sabe más.

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