Pregunta: “�C�mo debe un creyente reaccionar ante las caracter�sticas de Dios?”

Respuesta:

topreadz.com/Espanol Pregunta: “�C�mo debe un creyente reaccionar ante las caracter�sticas de Dios?” Respuesta: Dios se revela a los creyentes a trav�s de su Palabra (la Biblia) y a trav�s de Su Hijo (Cristo Jes�s). Cuanto m�s estudiamos la Biblia, m�s comprendemos las caracter�sticas de Dios, las cualidades que posee. Como mortales, nos cuesta comprender el…

2018 logo BW
topreadz.com/Espanol



Pregunta: “�C�mo debe un creyente reaccionar ante las caracter�sticas de Dios?”

Respuesta:
Dios se revela a los creyentes a trav�s de su Palabra (la Biblia) y a trav�s de Su Hijo (Cristo Jes�s). Cuanto m�s estudiamos la Biblia, m�s comprendemos las caracter�sticas de Dios, las cualidades que posee. Como mortales, nos cuesta comprender el poder y la majestad del Dios que ha creado el tiempo, el espacio, la materia y toda la vida. “Como son m�s altos los cielos que la tierra, as� son mis caminos m�s altos que vuestros caminos, y mis pensamientos m�s que vuestros pensamientos” (Isa�as 55:9).

Para el prop�sito de este art�culo, nos centraremos en tres caracter�sticas claves de Dios y la respuesta del creyente a cada una de ellas.

Quiz�s la caracter�stica m�s importante de Dios es el atributo moral de Su santidad. Isa�as 6:3 y Apocalipsis 4:8 describen la triple fuerza de la santidad de Dios: “Santo, santo, santo es el Se�or Dios Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir”. S�lo cuando una persona vislumbra la santidad de Dios en comparaci�n con la pecaminosidad humana hay esperanza de un verdadero arrepentimiento. Cuando nos damos cuenta de la terrible consecuencia del pecado y consideramos que el Hijo de Dios sin pecado sufri� nuestro castigo, eso nos hace arrodillarnos. Guardamos silencio ante el rostro de la santidad de Dios, enmudecidos por la reverencia que exige dicha santidad. Como Job, decimos: “He aqu� que yo soy vil; �qu� te responder�? Mi mano pongo sobre mi boca” (Job 40:4). Entender la santidad de Dios nos hace exaltar Su compasi�n (2 Corintios 1:3), misericordia (Romanos 9:15), gracia y perd�n (Romanos 5:17) hacia nosotros. “Se�or, si mirares a los pecados, �qui�n, oh Se�or, podr� mantenerse? Pero en ti hay perd�n, para que seas reverenciado” (Salmo 130:3-4).

Tal vez la caracter�stica m�s cautivante de Dios es Su amor. El amor requiere relaci�n, y a trav�s de la eternidad el Padre, el Hijo y el Esp�ritu Santo han existido juntos en relaci�n. Dios nos cre� a Su imagen, y fuimos creados para estar en relaci�n con �l (G�nesis 1:27; Romanos 1:19-20). Tal es el alcance del amor de Dios que envi� a Su �nico Hijo para redimirnos de nuestros pecados. “En esto hemos conocido el amor, en que �l puso su vida por nosotros” (1 Juan 3:16). “Dios es amor. . . . Nosotros le amamos a �l, porque �l nos am� primero” (1 Juan 4:16-19). Dios provey� la soluci�n al pecado en la persona de Cristo Jes�s. Jes�s vino a tomar nuestro castigo por el pecado y a satisfacer la justicia de Dios (Juan 1:1-5, 14, 29). En el Calvario, el amor perfecto de Dios y la justicia perfecta se encontraron. Cuando comenzamos a comprender el gran amor de Dios, nuestras respuestas son la humildad, el arrepentimiento y el amor mutuo. Al igual que el Rey David, oramos para que Dios cree en nosotros un coraz�n puro y un esp�ritu recto (Salmo 34:18; 51:10, 17). Dios habita en la altura y la santidad, pero con �l est�n los creyentes que son contritos y humildes de esp�ritu (Isa�as 57:15).

Por �ltimo, consideraremos la soberan�a de Dios (Salmo 71:16; Isa�as 40:10). Dios es eterno, desde la eternidad hasta la eternidad (Salmo 90:2). �l es la fuente de toda la vida (Romanos 11:33-36). �l es independiente de Su creaci�n (Hechos 17:24-28). Abraham, Samuel, Isa�as, Daniel y David reconocieron a Dios como su Se�or Soberano: “Bendito seas t�, oh Jehov�, Dios de Israel nuestro padre, desde el siglo y hasta el siglo. Tuya es, oh Jehov�, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que est�n en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehov�, es el reino, y t� eres excelso sobre todos. Las riquezas y la gloria proceden de ti, y t� dominas sobre todo; en tu mano est� la fuerza y el poder, y en tu mano el hacer grande y el dar poder a todos. Ahora pues, Dios nuestro, nosotros alabamos y loamos tu glorioso nombre” (palabras de David en 1 Cr�nicas 29:10-13). El creyente honra al Se�or Soberano que nos ha comprado y se somete a �l (Santiago 4:7; Judas 1:4).

El Rey David resumi� muy bien las caracter�sticas de Dios: “El Se�or reina; se visti� de magnificencia; el Se�or se visti�, se ci�� de poder. Afirm� tambi�n el mundo, y no se mover�. Firme es tu trono desde entonces; t� eres eternamente. . . . El Se�or en las alturas es m�s poderoso…Tus testimonios son muy firmes; la santidad conviene a tu casa, oh Se�or, por los siglos y para siempre” (Salmo 93:1-2, 4-5).

Algunos hombres de fe han tenido el privilegio de experimentar la presencia de Dios, de que Dios les hable directamente. As� es como algunos de ellos respondieron:

Mois�s pidi� ver la gloria del Se�or, y el Se�or accedi� para hacer pasar toda Su bondad delante de Mois�s. “Y dijo a�n Jehov�: He aqu� un lugar junto a m�, y t� estar�s sobre la pe�a; y cuando pase mi gloria, yo te pondr� en una hendidura de la pe�a, y te cubrir� con mi mano hasta que haya pasado. Despu�s apartar� mi mano, y ver�s mis espaldas; mas no se ver� mi rostro” (�xodo 33:21-23). La respuesta de Mois�s fue inclinarse y adorar (�xodo 34:6-8). Como Mois�s, el creyente se inclinar� y adorar� al Se�or, lleno de reverencia al contemplar la gloria que es nuestro Dios.

Job nunca perdi� su fe en Dios, incluso en las circunstancias m�s dif�ciles que lo pusieron completamente a prueba. “He aqu�, aunque �l me matare, en �l esperar�; no obstante, defender� delante de �l mis caminos” (Job 13:15). Job fue completamente silenciado por Dios cuando le habl� desde la tormenta. Job confes� que habl� de cosas que no entend�a, cosas demasiado maravillosas que no pod�a conocer. “Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza” (Job 42:6; cf. Job 42:1-6). Al igual que Job, nuestra respuesta a Dios debe ser de humilde obediencia y confianza, sumisi�n a Su voluntad, la entendamos o no.

Isa�as tuvo una visi�n del Se�or sentado en Su trono y de serafines que gritaban: “Santo, santo, santo, Jehov� de los ej�rcitos; toda la tierra est� llena de su gloria” (Isa�as 6:3). Tan abrumadora fue esta visi�n que Isa�as grit�: “�Ay de m�! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, al Se�or de los ej�rcitos” (Isa�as 6:5; cf. Isa�as 6:1-5). Isa�as se dio cuenta de que era un pecador en presencia del Dios Santo, y su respuesta fue el arrepentimiento. La visi�n de Juan del trono de Dios en el cielo le inspir� un gran temor. Juan cay� como muerto a los pies del Se�or glorificado (Apocalipsis 1:17-18). Como Isa�as y Juan, nos humillamos ante la majestad de Dios.

Hay muchas otras caracter�sticas de Dios reveladas en la Biblia. La fidelidad de Dios nos lleva a confiar en �l. Su gracia nos lleva a la gratitud. Su poder provoca reverencia. Su conocimiento hace que le pidamos sabidur�a (Santiago 1:5). Los que conocen a Dios vivir�n en santidad y honor (1 Tesalonicenses 4:4-5).

©

Similar Posts

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.