Pregunta: “�Es malo querer ser famoso?”

Respuesta:

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Pregunta: “�Es malo querer ser famoso?”

Respuesta:
En nuestra �poca de celebridades, la atracci�n hacia la fama puede parecer abrumadora. Los famosos parecen tenerlo todo, y a veces codiciamos lo que ellos tienen (o parecen tener). Cuando evaluamos si un deseo es bueno o malo, tenemos que fijarnos en nuestra motivaci�n. Primera de Corintios 10:31 dice: “Si, pues, com�is o beb�is o hac�is otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios”. Esa indicaci�n es nuestra norma para evaluar nuestros propios motivos. Podemos ver cualquier deseo y preguntarnos: “�Quiero esto para la gloria de Dios o para mi propia gloria?”. Es f�cil pensar que podr�amos glorificar m�s a Dios si fu�ramos famosos. �No escuchar�a m�s gente nuestro mensaje si tuvi�ramos una mayor plataforma?

Jes�s nos da un gran ejemplo en Juan 6. Acababa de alimentar a m�s de 5.000 personas, de sanar enfermos y de realizar otros milagros. La gente estaba maravillada. Cre�an que �l era el que finalmente los liberar�a de la opresi�n del imperio romano. La fama de Jes�s estaba en su punto m�s alto, y las multitudes estaban listas para coronarlo como rey. Pero el vers�culo 15 dice: “Pero entendiendo Jes�s que iban a venir para apoderarse de �l y hacerlo rey, volvi� a retirarse al monte �l solo”.

Imagina la situaci�n. Jes�s tuvo la oportunidad de ser lanzado a la fama y a la fortuna. Una cierta l�gica dice que, si Jes�s fuera famoso, poderoso y rico, entonces la gente prestar�a m�s atenci�n a Su mensaje. Si fuera rey, podr�a glorificar a Dios a�n m�s. Eso tiene sentido desde una perspectiva terrenal, pero Jes�s dijo “no” a la coronaci�n. No era el plan de Dios, as� que Jes�s eligi� el camino m�s dif�cil. El objetivo de Jes�s en todo lo que hac�a era buscar la voluntad de Su Padre y cumplirla (Juan 4:34; 8:29; Lucas 22:42). Dijo en Juan 8:50: “Pero yo no busco mi gloria”. Ya que Jes�s es nuestro modelo, esa tambi�n debe ser nuestra meta.

Algunas personas tienen una plataforma mundial con la que pueden glorificar a Dios. Otros Lo sirven en una aparente oscuridad. Ambos tienen la misma importancia en el reino de Dios (Mateo 5:19; 25:14-15). El deseo de fama no es malo en s� mismo, si lo queremos por las razones correctas. La mayor�a de nosotros no tendr�a la raz�n adecuada. Si somos honestos, nuestro deseo de fama es para glorificarnos a nosotros mismos (Santiago 4:3; 1 Timoteo 6:9). Pero los caminos de Dios no son nuestros caminos (Isa�as 55:8-9). �l elige a los humildes para lograr cosas de valor eterno. Elige verdades sencillas para confundir a los que se creen sabios (1 Corintios 1:27-28). Lo hace todo “a fin de que nadie se jacte en su presencia” (1 Corintios 1:29). Ese deber�a ser el clamor de nuestro coraz�n hacia �l: “Se�or, que mi carne nunca se glor�e en tu presencia”.

Cuando nos proponemos mantener nuestros corazones humildes ante el Se�or, �l promete exaltarnos a Su manera, en Su tiempo (Santiago 4:10; 1 Pedro 5:6). Si �l puede usarnos mejor haci�ndonos famosos, entonces la fama vendr� a nuestro camino. Pero la fama trae sus propios desaf�os. Muchas personas famosas advierten que la fama no es todo lo que parece. Hay dolores de cabeza y de coraz�n que vienen con la fama que muchos no pueden soportar. Dios quiere lo mejor para cada uno de sus hijos. Cuando buscamos Su fama por encima de la nuestra, podemos confiar en que �l nos dirigir� hacia el camino que ha elegido para nosotros (Salmo 37:4; Proverbios 3:5-6). Su camino, a diferencia a los del mundo, incluye recompensas que duran toda la eternidad (Mateo 6:4; Lucas 6:35; Efesios 6:8; Proverbios 19:17).

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