Pregunta: “�Pude el hombre vivir sin Dios?”

Respuesta:

topreadz.com/Espanol Pregunta: “�Pude el hombre vivir sin Dios?” Respuesta: Contrario a lo que han afirmado los ateos y los agn�sticos a trav�s de los siglos, el hombre no puede vivir sin Dios. El hombre puede tener una existencia mortal sin reconocer a Dios, pero no sin Dios. Como el Creador, Dios origin� la vida humana….

2018 logo BW
topreadz.com/Espanol



Pregunta: “�Pude el hombre vivir sin Dios?”

Respuesta:
Contrario a lo que han afirmado los ateos y los agn�sticos a trav�s de los siglos, el hombre no puede vivir sin Dios. El hombre puede tener una existencia mortal sin reconocer a Dios, pero no sin Dios.

Como el Creador, Dios origin� la vida humana. Decir que el hombre existe independientemente de Dios, es como decir que un reloj puede existir sin un relojero que lo fabricara, o que un escrito pueda existir sin un escritor. Debemos nuestra existencia al Dios a cuya imagen fuimos hechos. (G�nesis 1:27). Nuestra existencia depende de Dios, ya sea que reconozcamos Su existencia o no.

Como el Sustentador, Dios continuamente confiere vida (Salmo 104:10-32). �l es la Vida (Juan 14:6), y toda la creaci�n subsiste por el poder de Cristo (Colosenses 1:17). A�n aquellos que rechazan a Dios, reciben su sustento de �l: �� que hace salir Su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos� (Mateo 5:45) Pensar que el hombre pueda vivir sin Dios es suponer que un girasol pueda vivir sin luz o una rosa sin agua.

Como el Salvador, Dios da vida eterna a aquellos que creen. En Cristo hay vida, quien es la luz de los hombres (Juan 1:4). Jes�s vino para que pudi�ramos tener vida �en abundancia� (Juan 10:10). A todos los que ponen su confianza en �l, se les ha prometido vivir una eternidad con �l (Juan 3:15-16). Para que el hombre viva � realmente viva � debe conocer a Cristo (Juan 17:3).

Sin Dios, el hombre s�lo tiene una vida f�sica. Dios les advirti� a Ad�n y Eva, que el d�a que ellos lo rechazaran, �ciertamente� morir�an (G�nesis 2:17). Como sabemos, ellos s� desobedecieron, pero no murieron f�sicamente ese d�a; sino que murieron espiritualmente. Algo dentro de ellos muri� -la vida espiritual que hab�an conocido, la comuni�n con Dios, la libertad de gozar de Su presencia, la inocencia y pureza de sus almas�todo se acab�.

Ad�n, quien hab�a sido creado para vivir en compa�erismo con Dios, fue maldito con una existencia completamente carnal. Lo que Dios hab�a planeado que fuera del polvo a la gloria, ahora deb�a ir del polvo al polvo. Al igual que Ad�n, en la actualidad, el hombre sin Dios, a�n funciona en una existencia terrenal. Como tal, a�n puede parecer feliz; despu�s de todo, hay goce y placer en esta vida. Pero incluso esos placeres y disfrutes no se pueden recibir completamente sin una relaci�n con Dios.

Algunos que rechazan a Dios viven vidas de regocijo y diversi�n. Su b�squeda carnal parece haber producido una existencia despreocupada y gratificante. La Biblia dice que hay cierta medida de deleite que se obtiene del pecado (Hebreos 11:26). El problema es, que �ste es temporal; la vida en este mundo es corta (Salmo 90:3-12). Tarde o temprano, el hedonista, como en la par�bola del hijo pr�digo, encuentra que el placer mundano es insostenible (Lucas 15:13-15).

Sin embargo, no todo el que rechaza a Dios es un buscador de placeres vac�os. Hay mucha gente no salva, que a�n as� viven vidas sobrias y disciplinadas�vidas plenas y felices. La Biblia presenta ciertos principios morales, que benefician a todos en este mundo �fidelidad, honestidad, autocontrol, etc. Pero, de nuevo, el problema es que, sin Dios, el hombre s�lo tiene este mundo. Pasar por esta vida tranquilamente no es garant�a de que estemos listos para la otra vida. Ver la par�bola del hombre rico en Lucas 12:16-21, y el encuentro de Jes�s con el joven rico (pero muy moral) en Mateo 19:16-23.

Sin Dios, el hombre est� incompleto, a�n en su vida mortal. El hombre no est� en paz con sus semejantes, porque no est� en paz consigo mismo. El hombre est� inquieto consigo mismo, porque no tiene paz con Dios. La b�squeda del placer por el placer mismo, es se�al de confusi�n interior. Los buscadores de placeres a trav�s de la historia, han encontrado una y otra vez que las diversiones temporales de la vida dan paso a una desesperaci�n m�s profunda. El sentimiento persistente de que “algo anda mal” es dif�cil quit�rselo de encima. El rey Salom�n se entreg� a la b�squeda de todo lo que este mundo tiene que ofrecer, y escribi� sus resultados en el libro de Eclesiast�s.

Salom�n descubri� que el conocimiento, por s� mismo, es vano (Eclesiast�s 1:12-18). Encontr� que el placer y la riqueza son vanas (2:1-11), el materialismo es vanidad (2:12-23), y las riquezas son ef�meras (cap�tulo 6).

Salom�n concluy� que la vida es regalo de Dios (3:12-13) y que la �nica manera sabia de vivir es temiendo a Dios: �El fin de todo el discurso o�do es este: Teme a Dios, y guarda Sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traer� toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala� (12:13-14).

En otras palabras, hay m�s por qu� vivir que la dimensi�n f�sica. Jes�s enfatiz� este punto cuando dijo: �No solo de pan vivir� el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios� (Mateo 4:4). No es el pan (material) sino la Palabra de Dios (el espiritual) lo que nos mantiene vivos. Es in�til que busquemos dentro de nosotros mismos la cura para todas nuestras miserias. El hombre s�lo puede encontrar vida y plenitud cuando reconoce a Dios.

Sin Dios, el destino del hombre es la muerte. El hombre sin Dios est� espiritualmente muerto; cuando su vida f�sica se acabe, �l enfrentar� una muerte continua�la eterna separaci�n de Dios. En la narraci�n de Jes�s sobre el hombre rico y L�zaro (Lucas 16:19-31), el hombre rico vive una vida suntuosa de comodidades sin pensar en Dios, mientras que L�zaro sufre a trav�s de toda su vida, pero conoce a Dios. Es despu�s de la muerte, que ambos hombres comprenden la gravedad de las decisiones que tomaron en vida. �l se dio cuenta, demasiado tarde, de que hay m�s en la vida que la b�squeda de las riquezas. Mientras tanto, L�zaro era confortado en el para�so. Para ambos hombres, la corta duraci�n de su existencia terrenal palideci� en comparaci�n con el estado eterno de sus almas.

El hombre es una creaci�n �nica. Dios ha puesto el sentido de la eternidad en nuestros corazones (Eclesiast�s 3:11), y ese sentido del destino eterno s�lo puede encontrar su realizaci�n en Dios Mismo.

©

Similar Posts

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.