Pregunta: “�Puesto que Dios retiene el perd�n, �podemos nosotros hacerlo?”

Respuesta:

topreadz.com/Espanol Pregunta: “�Puesto que Dios retiene el perd�n, �podemos nosotros hacerlo?” Respuesta: La biblia habla mucho acerca del perd�n, tanto del perd�n de Dios a los seres humanos pecaminosos y el perd�n que los seres humanos deben tener los unos para con los otros. Pero estos dos asuntos del perd�n no son separados e independientes;…

2018 logo BW
topreadz.com/Espanol


Pregunta: “�Puesto que Dios retiene el perd�n, �podemos nosotros hacerlo?”

Respuesta:
La biblia habla mucho acerca del perd�n, tanto del perd�n de Dios a los seres humanos pecaminosos y el perd�n que los seres humanos deben tener los unos para con los otros. Pero estos dos asuntos del perd�n no son separados e independientes; al contrario, est�n �ntimamente relacionados. La intimidad con Dios y la limpieza d�a a d�a dependen de nuestro perd�n hacia los dem�s (Mateo 6:12), y el perdonar a los dem�s debe coincidir y ser un ejemplo con el perd�n de Dios (Efesios 4:32; Colosenses 3:13). As� que este tema es importante.

Tenemos que hacer un esfuerzo para entender el perd�n de Dios hacia nosotros si vamos a perdonar a otros de una manera que refleje el perd�n de Dios. Lamentablemente, en las �ltimas d�cadas la palabra perd�n ha adquirido una connotaci�n de “libertad psicol�gica” en lugar de libertad del pecado, y esto ha tra�do cierta confusi�n sobre el concepto general de lo que significa perdonar.

Es cierto que el perd�n que Dios nos extiende est� condicionado a la confesi�n que hagamos de nuestro pecado y al arrepentimiento. La confesi�n implica estar de acuerdo con Dios respecto a nuestro pecado y el arrepentimiento requiere un cambio de mentalidad en cuanto a la actitud o la acci�n equivocada y un cambio de comportamiento que pone de manifiesto una verdadera disposici�n de abandonar el pecado. El pecado no se perdona a menos que la persona se confiese y se arrepienta (ver 1 Juan 1:9; Hechos 20:21). Aunque esto pueda parecer una condici�n dif�cil para el perd�n, tambi�n es una gran bendici�n y promesa. La confesi�n del pecado no es un acto de auto-condenaci�n, sino de buscar la provisi�n de Dios para la soluci�n del pecado en el perd�n a trav�s de Cristo.

El requisito de Dios de confesar y arrepentirnos del pecado, no significa que Dios no est� dispuesto o no est� listo para perdonar. �l ha hecho todo de su parte para facilitar el perd�n para nosotros. Su coraz�n est� dispuesto, no queriendo que ninguno perezca (2 Pedro 3:9), y ha ido a los extremos que puedas imaginar para proporcionar los medios por los cuales nos puede perdonar. Por causa del sacrificio de Cristo en la cruz, Dios nos ofrece libremente ese perd�n.

La escritura dice que perdonemos a otros as� como hemos sido perdonados (Efesios 4:32) y que amemos a los dem�s as� como somos amados (Juan 13:34). Debemos estar dispuestos y listos a extender el perd�n a quien venga a nosotros confesando su pecado y arrepinti�ndose (Mateo 6:14-15; 18:23-35; Efesios 4:31-32; Colosenses 3:13). Esto no s�lo es una obligaci�n, sino que debe ser nuestro deleite. Si estamos verdaderamente agradecidos por nuestro propio perd�n, no deber�amos dudar en conceder el perd�n a un ofensor arrepentido, incluso si nos hace da�o y se arrepiente una y otra vez. Despu�s de todo, nosotros tambi�n pecamos una y otra vez, y estamos agradecidos de que Dios nos perdone cuando venimos ante �l con un coraz�n de confesi�n verdaderamente arrepentido.

Eso nos lleva a la pregunta que estamos tratando: �deber�amos perdonar a una persona que no confiesa su pecado y no se arrepiente? Para responder a esta pregunta correctamente, el t�rmino perd�n necesita una explicaci�n. En primer lugar, qu� es lo que no es perd�n:

El perd�n no es lo mismo que tolerancia. Tolerar es soportar pacientemente una provocaci�n, pasar por alto un desaire o mantener el dominio propio frente a la frustraci�n. La tolerancia nos hace sopesar la acci�n o actitud pecaminosa de alguien con amor, sabidur�a, discernimiento y optar por no responder. La biblia usa varias palabras para esta cualidad: paciencia, sufrimiento, resistencia y, por supuesto, la tolerancia (ver Proverbios 12:16; 19:11; 1 Pedro 4:8).

El perd�n tampoco es olvidar. Dios no sufre de amnesia respecto a nuestro pecado. �l recuerda claramente; sin embargo, no es un recuerdo para condenarnos (Romanos 8:1). Los pecados como el adulterio del rey David y la mentira de Abraham, se registran durante todo el tiempo en las escrituras. Dios evidentemente no los “olvid�”.

El perd�n no es eliminar todas las consecuencias. Aun cuando somos perdonados por Cristo, todav�a podemos seguir sufriendo las consecuencias naturales de nuestro pecado (Proverbios 6:27) o enfrentarnos a la disciplina de un amoroso Padre celestial (Hebreos 12:5-6).

El perd�n no es un sentimiento. Es un compromiso para perdonar al ofensor. Los sentimientos pueden o no acompa�ar el perd�n. Los sentimientos de rencor contra una persona pueden desaparecer con el tiempo sin que se extienda alg�n perd�n.

El perd�n no es el acto solitario y privado de un solo coraz�n. En otras palabras, el perd�n involucra al menos dos personas. Aqu� es donde entra la confesi�n y el arrepentimiento. El perd�n no tiene que ver s�lo con lo que sucede dentro del coraz�n de la persona ofendida; es una transacci�n entre dos personas.

El perd�n no es ego�sta; no est� motivado por el inter�s propio. No buscamos perdonar para nuestro propio bien o para aliviarnos del estr�s. Perdonamos por el amor que tenemos hacia Dios, a nuestro pr�jimo y por el agradecimiento de nuestro propio perd�n.

El perd�n no es la restauraci�n autom�tica de la confianza. Es err�neo pensar que perdonar a un c�nyuge abusivo hoy significa que la separaci�n debe terminar ma�ana. Las escrituras nos da muchas razones para desconfiar de aquellos que han demostrado ser poco confiables (v�ase Lucas 16:10-12). Volver a construir la confianza s�lo puede comenzar despu�s de un proceso de reconciliaci�n que incluye el verdadero perd�n que, por supuesto, implica la confesi�n y el arrepentimiento.

Tambi�n cabe destacar que el perd�n que se ofrece y que est� disponible no es el mismo que el perd�n dado, recibido y transferido. Aqu� es donde la palabra perd�n por su cuenta, sin calificativos a menudo se usa de manera diferente de y, m�s all�, de c�mo la usa la palabra de Dios. Solemos llamar la actitud de perd�n como la de estar dispuestos a perdonar, “perd�n”, al igual que la transacci�n real del verdadero perd�n. Es decir, en el pensamiento generalizado, mientras una persona est� abierta para conceder el perd�n, �l ya ha perdonado. Pero esta definici�n amplia del perd�n pone en corto circuito el proceso de confesi�n y arrepentimiento. El perd�n ofrecido y el perd�n recibido son totalmente diferentes, y en nada ayudamos si usamos una palabra que abarque todo para ambos.

Si esto es lo que no es el perd�n, entonces �qu� es? Una excelente definici�n del perd�n se encuentra en el libro de Chris Brauns llamado Desempacando el Perd�n:

El perd�n de Dios: Un compromiso por el �nico Dios verdadero de perdonar amablemente a quienes se arrepienten y creen, para que se reconcilien con �l, aunque este compromiso no elimine todas las consecuencias.

El perd�n humano general: Un compromiso por parte del ofendido de perdonar generosamente al arrepentido, de la responsabilidad moral y de reconciliarse con esa persona, aunque no todas las consecuencias son necesariamente eliminadas.

B�blicamente, el perd�n completo no es algo que la persona ofendida ofrece; es necesario que el ofensor lo reciba, logrando la reconciliaci�n en la relaci�n. 1 Juan 1:9 muestra que el proceso de perd�n es b�sicamente para liberar al pecador; el perd�n da por terminado el rechazo, y por consiguiente reconciliando la relaci�n. Esta es la raz�n por la que debemos estar dispuestos a perdonar a otros; si no estamos dispuestos a perdonar, nos negamos a permitir que otros puedan gozar con lo que Dios nos ha bendecido. La psicolog�a moderna popular ha ense�ado err�neamente que el “perd�n” es unilateral, que la reconciliaci�n no es necesaria, y que el prop�sito de este perd�n unilateral es liberar a la persona ofendida de sentimientos de rencor.

Si bien no debemos albergar amargura en nuestros corazones (Hebreos 12:15) o devolver mal por mal (1 Pedro 3:9), debemos asegurarnos de seguir la guianza de Dios y no extender el perd�n a los que no se arrepienten. En pocas palabras, debemos retener el perd�n de quienes no lo confiesan ni se arrepienten; al mismo tiempo, debemos extender el ofrecimiento del perd�n y de mantener una actitud de disposici�n a perdonar.

Esteban, mientras era apedreado hasta morir, ilustra el principio del perd�n. Haciendo eco de las palabras de Jes�s en la cruz, Esteban ora: “Se�or, no les tomes en cuenta este pecado” (Hechos 7:60; v�ase Lucas 23:34). Estas palabras muestran una clara disposici�n para perdonar, pero no indican una transacci�n completa del perd�n. Esteban simplemente or� para que Dios perdonara a sus asesinos. Esteban no retuvo ninguna amargura, y, siempre y cuando sus asesinos se arrepintieran, dese� que fueran perdonados; qu� ejemplo maravilloso de amar a nuestros enemigos y orar por los que nos persiguen (Mateo 5:44).

La biblia ordena la acci�n il�gica de alimentar a nuestro enemigo cuando tiene hambre (Romanos 12:20). No hay nada que diga que autom�ticamente debemos perdonar a nuestros enemigos (o confiar en ellos); m�s bien, debemos amarlos y obrar para su bien.

Si el “perd�n” se da prematuramente sin los requisitos previos de la confesi�n y el arrepentimiento, entonces no se ha abordado abiertamente la verdad por ambas partes. Si el ofensor no reconoce su pecado, entonces �l realmente no entiende lo que significa ser perdonado. A la larga, pasar por alto la confesi�n o el arrepentimiento no ayuda a que el ofensor comprenda el significado del pecado, y excluye el sentido de la justicia, haciendo que la persona ofendida batalle a�n m�s contra la amargura.

Aqu� est�n algunas directrices claves para el perd�n divino:

– Reconocer la realidad del mal (Romanos 12:9)
– Dejar la venganza al se�or (Romanos 12:19)
– No dejar espacio para la amargura, venganza, rencor o represalias
– Tener un coraz�n dispuesto a perdonar en cualquier momento
– Confiar en Dios para que te de la capacidad de vencer el mal con el bien, incluso de amar y alimentar un enemigo (Romanos 12:20-21)
– Recordar que Dios ha establecido las autoridades gobernantes, y parte de sus funciones dadas por Dios es la de ser “servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo” (Romanos 13:4). Una raz�n por la que no tienes que vengarte t� mismo, es que Dios ha autorizado al gobierno para impartir justicia.

©

Similar Posts

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.