Pregunta: “�Qu� dice la Biblia sobre la ansiedad?”

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topreadz.com/Espanol Pregunta: “�Qu� dice la Biblia sobre la ansiedad?” Respuesta: La Biblia tiene mucho que decir sobre la ansiedad, aunque la palabra en s� no se encuentra con tanta frecuencia. Para sustituirla, se utilizan sin�nimos como problema, pesadez, angustia y preocupaci�n. Las causas espec�ficas de la ansiedad son probablemente m�s de las que se pueden…

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Pregunta: “�Qu� dice la Biblia sobre la ansiedad?”

Respuesta:
La Biblia tiene mucho que decir sobre la ansiedad, aunque la palabra en s� no se encuentra con tanta frecuencia. Para sustituirla, se utilizan sin�nimos como problema, pesadez, angustia y preocupaci�n.

Las causas espec�ficas de la ansiedad son probablemente m�s de las que se pueden enumerar, pero algunos ejemplos de la Biblia se�alan algunas causas generales. En G�nesis 32, Jacob vuelve a casa despu�s de muchos a�os de ausencia. Una de las razones por las que hab�a salido de casa era para escapar de la ira de su hermano Esa�, a quien Jacob hab�a robado la primogenitura y la bendici�n de su padre. Ahora, cuando Jacob se acerca a su tierra natal, se entera de que Esa� viene a su encuentro con 400 hombres. Inmediatamente, Jacob se pone ansioso, esperando una horrible batalla con su hermano. En este caso, la ansiedad es causada por una relaci�n rota y una conciencia culpable.

En 1 Samuel 1, Ana est� angustiada porque no pod�a concebir hijos y era objeto de burlas por parte de Penina, la otra esposa de su marido. Su angustia se debe a los deseos insatisfechos y al acoso de una rival.

En Ester 4, el pueblo jud�o est� angustiado por un decreto real que permitir�a su masacre. La reina Ester est� angustiada porque planeaba arriesgar su vida en nombre de su pueblo. El miedo a la muerte y a lo desconocido es un elemento clave de la ansiedad.

No toda la ansiedad es pecaminosa. En 1 Corintios 7:32, Pablo afirma que un hombre soltero est� “ansioso” por complacer al Se�or, mientras que un hombre casado est� “ansioso” por complacer a su esposa. En este caso, la ansiedad no es un temor pecaminoso, sino una profunda y correcta preocupaci�n.

Probablemente, el pasaje m�s conocido sobre la ansiedad proviene del Serm�n del Monte, en Mateo 6. Nuestro Se�or nos advierte de que no debemos estar ansiosos por las diferentes preocupaciones de esta vida. Para el hijo de Dios, incluso las necesidades como la comida y el vestido no deben ser motivo de preocupaci�n. Utilizando ejemplos de la creaci�n de Dios, Jes�s nos ense�a que nuestro Padre Celestial conoce nuestras necesidades y tiene cuidado de ellas. Si Dios cuida de cosas sencillas como la hierba, las flores y los p�jaros, �no cuidar� tambi�n de las personas que han sido creadas a su imagen? En vez de preocuparnos por las cosas que no podemos controlar, debemos “buscar primero el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas [las necesidades de la vida] os ser�n a�adidas” (vers�culo 33). Poner a Dios en primer lugar es una cura para la ansiedad.

Muchas veces, la ansiedad o la preocupaci�n es el resultado del pecado, y la cura es tratar con el pecado. El Salmo 32:1-5 dice que la persona a la que se le perdona el pecado es bendecida, y la pesada carga de la culpa se quita cuando se confiesan los pecados. �Una relaci�n rota crea ansiedad? Intenta hacer las paces (2 Corintios 13:11). �El miedo a lo desconocido te produce ansiedad? Acude al Dios que lo sabe todo y lo controla todo (Salmo 68:20). �Las circunstancias abrumadoras te causan ansiedad? Ten fe en Dios. Cuando los disc�pulos se angustiaron en una tormenta, Jes�s primero reprendi� su falta de fe, y luego reprendi� el viento y las olas (Mateo 8:23-27). Mientras estemos con Jes�s, no hay nada que temer.

Podemos confiar en que el Se�or proveer� para nuestras necesidades, nos proteger� del mal, nos guiar� y guardar� nuestras almas para la eternidad. Tal vez no podamos evitar que los pensamientos ansiosos entren en nuestra mente, pero podemos practicar la respuesta correcta. Filipenses 4:6, 7 nos dice: “Por nada est�is afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oraci�n y ruego, con acci�n de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardar� vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jes�s”.

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