Pregunta: “�Se sacrific� Dios a s� mismo para salvarnos de s� mismo por una regla que �l mismo estableci�?”

Respuesta:

topreadz.com/Espanol Pregunta: “�Se sacrific� Dios a s� mismo para salvarnos de s� mismo por una regla que �l mismo estableci�?” Respuesta: Algunos afirman que Dios esencialmente nos salva de Su ira sacrific�ndose �nicamente para satisfacer una regla que �l mismo cre� desde el principio. Luego preguntan, �por qu� hacer la regla? �Por qu� no dejar…

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Pregunta: “�Se sacrific� Dios a s� mismo para salvarnos de s� mismo por una regla que �l mismo estableci�?”

Respuesta:
Algunos afirman que Dios esencialmente nos salva de Su ira sacrific�ndose �nicamente para satisfacer una regla que �l mismo cre� desde el principio. Luego preguntan, �por qu� hacer la regla? �Por qu� no dejar de lado la ira sin un sacrificio? �Y c�mo explica que se sacrifique a s� mismo para s� mismo? Estas son buenas preguntas, pero se basan en varios malentendidos fundamentales de la naturaleza y el car�cter de Dios.

Primero, consideraremos la idea de que Dios se sacrific� a s� mismo. Este es un malentendido de la naturaleza trinitaria de Dios, ya que conjuga al Padre y al Hijo. El Padre envi� al Hijo (Juan 7:33), el Hijo cumpli� la voluntad del Padre (Juan 17:4), y el Hijo muri� por los pecadores (Romanos 5:8). El Padre no muri�; el Hijo dio Su vida como satisfacci�n por el pecado (1 Juan 4:10).

En segundo lugar, el requisito de Dios de que un sacrificio es necesario para expiar el pecado no es una regla que �l simplemente “invent�”. La Ley de Dios no es algo que �l cre� arbitrariamente; la Ley es una extensi�n de Su divina naturaleza. Dios no invent� la moralidad; �l se revel� a s� mismo a nosotros, y esa revelaci�n de Su persona es lo que es la moralidad. Cuando Dios dijo, “La paga del pecado es la muerte” (Romanos 6:23), no estaba inventando una regla o imponi�ndonos un nuevo castigo, sino que nos estaba revelando una realidad inalterable y eterna: si te apartas del Sustentador de la vida, entonces l�gicamente te cortas de la posibilidad de una existencia continua. Aquellos que rechazan la Vida s�lo tienen otra opci�n, y esa es la Muerte.

Decir que Dios hizo las “reglas” por las cuales se exp�a el pecado es algo as� como decir que Isaac Newton escribi� la ley de la gravedad. Newton describi� los efectos y la naturaleza de la gravedad, pero la ley de la gravedad precedi� y trascendi� su definici�n. De manera similar, la Biblia describe la naturaleza del pecado y la justicia, pero las leyes universales relativas al pecado y la justicia, la muerte y la vida, y la justicia y la misericordia preceden y trascienden la escritura. Las leyes de Dios fluyen eternamente de la naturaleza de Dios mismo.

Puesto que la Ley de Dios es un resultado de Su naturaleza, la Ley es inmutable. “Se mantiene firme en el cielo” (Salmo 119:89, NTV). Dios no puede dejar de lado Su ira contra el pecado, as� como tampoco podemos cambiar nuestro ADN. La justicia de Dios no es una pauta que �l elija seguir; la justicia es parte de Su propio car�cter. La justicia y la equidad son fundamentales para Su gobierno soberano del universo (Salmo 97:2). Sin justicia – sin ira contra el pecado – �l no es Dios. La muerte sigue al pecado no porque “Dios lo diga” sino porque el pecado es una rebeli�n contra la Vida.

Tambi�n debemos definir la naturaleza del pecado. El pecado es mucho m�s que los pensamientos o acciones que a Dios “le disgustan”. Hay un est�ndar objetivo por el cual se mide el pecado. El pecado es cualquier pensamiento o acci�n que no est� a la altura de la santidad y perfecci�n absoluta de Dios. Es lo que se opone a Su naturaleza. La mentira est� mal, no porque a Dios le disguste, sino porque Dios es la Verdad, y las mentiras se oponen a Su naturaleza. El asesinato est� mal, no debido a una regla arbitraria que Dios hizo, sino porque Dios es la Vida, y el asesinato se opone a Su car�cter eterno.

Como pecadores ante un Dios santo, nos enfrentamos a un juicio seguro: una separaci�n eterna de �l, es decir, una muerte eterna. Si Dios dejara de lado Su ira contra el pecado y no nos diera lo que el pecado requiere, dejar�a de ser justo. Pero, en Su gran amor y misericordia, Dios provey� un camino para que la justicia sea satisfecha y que la salvaci�n se extienda: “Porque de tal manera am� Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unig�nito, para que todo aquel que en �l cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).

En la cruz de Cristo se encuentran la justicia perfecta y la misericordia perfecta. El pecado y la injusticia fueron castigados en la cruz, y el Hijo de Dios recibi� la condena por el pecado. Gracias a que la pena del pecado fue satisfecha a trav�s del sacrificio de Cristo, el Padre puede extender Su misericordia a los pecadores que no la merecen. Dios fue justo al castigar el pecado, y tambi�n puede justificar a los pecadores que reciben a Cristo por la fe (Romanos 3:26). La justicia y la misericordia de Dios fueron demostradas por la crucifixi�n de Cristo. En la cruz, la justicia de Dios fue aplicada en su totalidad (sobre Cristo), y la misericordia de Dios fue extendida en su totalidad (a todos los que creen). La perfecta misericordia de Dios fue ejercida a trav�s de Su perfecta justicia.

Dios no se sacrific� a s� mismo para salvarnos de s� mismo por una regla que �l mismo cre�. No, hay realidades espirituales tan ciertas como cualquier realidad f�sica o ley de la naturaleza que podamos observar: una de esas realidades es que la muerte sigue al pecado. Sin embargo, el Dios que es Amor (1 Juan 4:8) envi� a Su Hijo para salvarnos de nuestro pecado y del mal que naturalmente ocurre a los que rechazan el bien. “El amor se comprimi� para toda la historia en esa figura solitaria en la cruz, quien dijo que pod�a llamar a los �ngeles en cualquier momento en una misi�n de rescate, pero eligi� no hacerlo por nosotros”.

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