Pregunta: “�Est� mal que los hombres sean afeminados o que las mujeres se comporten como hombres?”

Respuesta:

topreadz.com/Espanol Pregunta: “�Est� mal que los hombres sean afeminados o que las mujeres se comporten como hombres?” Respuesta: Para responder a esta pregunta, necesitamos definir algunos t�rminos. Las personas son diferentes. No somos clones que se cortan como galletas y que se dividen s�lo por g�nero. Un hombre de contextura delgada con una voz naturalmente…

2018 logo BW
topreadz.com/Espanol


Pregunta: “�Est� mal que los hombres sean afeminados o que las mujeres se comporten como hombres?”

Respuesta:
Para responder a esta pregunta, necesitamos definir algunos t�rminos. Las personas son diferentes. No somos clones que se cortan como galletas y que se dividen s�lo por g�nero. Un hombre de contextura delgada con una voz naturalmente suave puede ser considerado afeminado por algunos, pero puede aceptar su g�nero con la misma alegr�a al igual que una caricatura musculosa de virilidad. La contextura y los atributos naturales de un hombre son regalos de Dios y no deben ser objeto de burla. Lo mismo se aplica a las mujeres. Algunas mujeres son m�s femeninas que otras. Sus deseos e intereses concuerdan con lo que significa ser una mujer. Pero un marimacho puede ser tan honrada por Dios al igual que una ni�a si acepta el dise�o que �l tiene para ella y lo glorifica con sus dones.

As� que, para los prop�sitos de este art�culo, definiremos afeminado (para los hombres) y masculino (para las mujeres) como elecciones de estilo de vida que desaf�an el g�nero que Dios le ha dado a una persona. En el Antiguo Testamento, la palabra traducida como “afeminado” tambi�n se utiliza para los hombres prostituidos (Deuteronomio 23:17; 1 Reyes 22:46). En el Nuevo Testamento, la palabra griega traducida como “afeminado” significa “suave y delicado”. En Primera Corintios 6:9, esta palabra se menciona independientemente de la homosexualidad, indicando que no son sin�nimos. Un hombre “afeminado” en este vers�culo es aquel que ha rechazado su masculinidad y se identifica como una mujer. Puede o no ser sexualmente activo, pero ha elegido vivir intencionalmente como una persona “suave y delicada”, en vez de abrazar su identidad de hombre dada por Dios. Asume las caracter�sticas de una mujer y se relaciona con otros hombres como lo hacen las mujeres.

Cuando Dios dise�� al hombre y a la mujer (G�nesis 5:2), cre� algo m�s que simples diferencias f�sicas. Los hombres y las mujeres fueron creados para cumplir diferentes roles en la creaci�n y en nuestra relaci�n con el Se�or. Rechazar esos roles asignados por Dios es un s�ntoma de rebeli�n contra nuestro Creador. Cuando la gente desaf�a a Dios y decide que puede vivir de la manera que quiera, Dios les permite seguir sus pervertidos deseos hasta llegar a sus consecuencias naturales. Romanos 1:26-27 dice, “Por esto Dios los entreg� a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo tambi�n los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en s� mismos la retribuci�n debida a su extrav�o”.

La perversi�n se intensifica cuando las mujeres y los hombres dejan las identidades que Dios les ha ordenado y tratan de adoptar las caracter�sticas del g�nero opuesto. Los hombres se vuelven como mujeres, y las mujeres se vuelven como hombres. El pecado est� en nuestras elecciones, no en nuestras diferencias naturales. Debemos ser cuidadosos para no atribuir ciertos rasgos a cada g�nero basados en nuestras propias normas culturales. En algunas culturas, los hombres que se dan la mano o se besan en la mejilla son una muestra de amistad, no una indicaci�n de feminidad u homosexualidad. En los d�as de Jes�s, los hombres usaban t�nicas y se reclinaban en la mesa, recostados sobre el pecho del otro (Juan 21:20). Pero estas diferencias culturales no indican de ninguna manera un rechazo de la masculinidad.

El fen�meno de la reversi�n de g�nero est� aumentando en nuestros d�as con las cirug�as de cambio de sexo y pide que se d� cabida a los “transexuales”. La gente est� dejando sus identidades naturales y se identifican mentalmente con el g�nero que elijan. La sociedad est� permitiendo esta locura, lo cual lleva a una confusi�n a�n mayor. Para aquellos que luchan con la confusi�n de g�nero, la respuesta no est� en alterar sus cuerpos f�sicos, sino en permitir que el Esp�ritu Santo cambie sus corazones (1 Pedro 4:2). Cuando nos sometemos completamente al se�or�o de Jes�s, deseamos seguir Su dise�o para nosotros, y no elegir nuestro propio dise�o (G�latas 2:20).

Que un hombre desprecie su g�nero y se identifique como mujer, o que una mujer abandone su g�nero y se muestre como hombre, est� mal. Es un desaf�o al designio de Dios cuando cre� al hombre y a la mujer. Deuteronomio 22:5 dice: “No vestir� la mujer traje de hombre, ni el hombre vestir� ropa de mujer; porque abominaci�n es a Jehov� tu Dios cualquiera que esto hace”. Este mandamiento no se refer�a tanto a la ropa como a la protecci�n de la santidad de lo que significa ser un hombre o una mujer. Romanos 1 muestra que la confusi�n de g�nero es s�lo un s�ntoma de un problema mayor. Cuando la gente rechaza la autoridad de Dios y se erige como sus propios dioses, se produce el caos. Los vers�culos 21 y 22 ilustran el problema: “Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio coraz�n fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios”.

Pensar que conocemos mejor que Dios es la puerta para ser un necio. Cuando un hombre desaf�a su masculinidad o una mujer rechaza su feminidad, es un s�ntoma de un pecado m�s obvio: el rechazo de la m�xima autoridad de Dios. Cuanto m�s nos acercamos a Dios, m�s podemos aceptar nuestra identidad de g�nero. Ambos g�neros muestran ciertos aspectos del car�cter de Dios de una manera �nica. Cuando pervertimos la elecci�n de Dios por nosotros, limitamos las oportunidades que nos da de demostrar la gloria de ser creados a Su imagen (G�nesis 1:27).

©

Similar Posts

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.