Pregunta: “�Hay alguna base b�blica para orar a favor de los no salvos?”

Respuesta:

topreadz.com/Espanol Pregunta: “�Hay alguna base b�blica para orar a favor de los no salvos?” Respuesta: Los cristianos somos personas de oraci�n (1 Tesalonicenses 5:17), y algunas de nuestras peticiones de oraci�n se refieren a la condici�n espiritual de nuestros amigos y familiares no salvos. Queremos que se salven, y oramos con este fin. En esto…

2018 logo BW
topreadz.com/Espanol


Pregunta: “�Hay alguna base b�blica para orar a favor de los no salvos?”

Respuesta:
Los cristianos somos personas de oraci�n (1 Tesalonicenses 5:17), y algunas de nuestras peticiones de oraci�n se refieren a la condici�n espiritual de nuestros amigos y familiares no salvos. Queremos que se salven, y oramos con este fin. En esto estamos de acuerdo con Charles Spurgeon, quien dijo: “Si los pecadores se condenan, al menos que salten al infierno sobre nuestros cad�veres. Y si perecen, que perezcan con nuestros brazos rodeando sus rodillas, implorando que se queden. Si el infierno tiene que llenarse, que se llene con nuestros sacrificios, y que ninguno se quede sin ser advertido y sin orar”.

Deber�amos orar por los que no son salvos. Nuestro Salvador vino a buscar y salvar a los perdidos (Lucas 19:10), y un tema principal del Evangelio de Lucas es la compasi�n de Cristo por los que a menudo se consideraban marginados en Israel. Nuestro Salvador “el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Timoteo 2:4), as� que cuando oramos por la salvaci�n de una persona que no es salva, simplemente estamos compartiendo el deseo expresado por Jes�s.

Debemos orar por los que no son salvos porque, la verdad, no es posible para nosotros, simples mortales, saber qui�nes son los elegidos de Dios antes de que se salven (piensa en Saulo de Tarso). Spurgeon dijo una vez que ser�a bueno que los elegidos tuvieran una gran E estampada en su espalda, pero, evidentemente, no la tienen. Sabemos que todos los elegidos de Dios se salvar�n en alg�n momento de su permanencia en la tierra (v�ase Juan 6:37, 39), aunque es posible que eso no ocurra hasta el d�a en que sean llamados a casa para estar con el Se�or (por ejemplo, el ladr�n en la cruz). Es gracias a las personas con “pies hermosos” que llevan el evangelio las que Dios utiliza como medio para alcanzar a Sus elegidos (Isa�as 52:7).

Todos tenemos personas en nuestra �rea de influencia que no son salvas, y debemos orar por ellas porque nos importan profundamente y porque sabemos que Dios se preocupa por ellas y no quiere que ninguna perezca; Su deseo es que todas ellas se arrepientan (2 Pedro 3:9). Es normal que oremos por aquellos que queremos. Considera la compasi�n que la joven sierva mostr� a su captor sirio: “Si rogase mi se�or al profeta que est� en Samaria, �l lo sanar�a de su lepra”. (2 Reyes 5:3). Suponiendo que ella orara por Naam�n, su oraci�n era a favor de los no salvos. Piensa en la compasi�n que Pablo sent�a por sus hermanos jud�os perdidos: “Que tengo gran tristeza y continuo dolor en mi coraz�n. Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes seg�n la carne” (Romanos 9:2-3). Otro devoto siervo de Dios – Mois�s – estaba, como Pablo, dispuesto a dar su vida por el bien de su pueblo (v�ase �xodo 32:32).

Jes�s nos instruy� a orar por los no salvos de esta manera: “Por tanto, rogad al Se�or de la mies que env�e obreros a su mies” (Lucas 10:2). Esta oraci�n se refiere a la “mies” de la evangelizaci�n en el mundo. Es una oraci�n para que la gente se salve y Dios sea glorificado.

Tenemos otro mandato b�blico de orar por los que no son salvos: “Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres. . . . Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador” (1 Timoteo 2:1, 3). Al parecer, la iglesia de �feso (donde Timoteo ejerc�a de pastor) hab�a dejado de orar por los que no eran salvos, y Pablo animaba a Timoteo a que volviera a hacer de ello una prioridad. Su deseo era que los cristianos de �feso tuvieran compasi�n por los perdidos. Una vez m�s, no tenemos forma de saber qui�nes son los elegidos hasta que respondan. Y como se�ala acertadamente John MacArthur, “El alcance de los esfuerzos evangelizadores de Dios es m�s amplio que la elecci�n” (Mateo 22:14).

“La oraci�n eficaz del justo puede mucho” (Santiago 5:16), y “los ojos del Se�or est�n sobre los justos, y sus o�dos atentos a sus oraciones” (1 Pedro 3:12; cf. Salmo 34:15). Ciertamente, Dios escucha el clamor de Sus hijos. Sabemos lo que les ocurre a los que mueren en sus pecados, y ese conocimiento por s� solo deber�a impulsarnos a orar continuamente por nuestros conocidos no salvos con la esperanza de que ellos tambi�n respondan al llamado de Dios y se unan a nosotros en el cielo.

©

Similar Posts

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.