Pregunta: “�Pecan los animales?”

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topreadz.com/Espanol Pregunta: “�Pecan los animales?” Respuesta: Los animales, con toda la creaci�n, ciertamente se ven afectados por el pecado. Pero, �pecan los animales por s� mismos, o el pecado es una pr�ctica estrictamente humana? Seg�n la Biblia, el pecado es una transgresi�n de la ley. Es la rebeli�n contra Dios en pensamiento, palabra u obra…

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Pregunta: “�Pecan los animales?”

Respuesta:
Los animales, con toda la creaci�n, ciertamente se ven afectados por el pecado. Pero, �pecan los animales por s� mismos, o el pecado es una pr�ctica estrictamente humana? Seg�n la Biblia, el pecado es una transgresi�n de la ley. Es la rebeli�n contra Dios en pensamiento, palabra u obra (1 Juan 3:4). Los animales no se rebelaron contra Dios; los humanos s�.

Cuando Dios cre� el mundo, el pecado no exist�a (G�nesis 1:31). El pecado entr� en el mundo por la elecci�n rebelde de un hombre, Ad�n (G�nesis 3:11; Romanos 5:12). A causa de esa desobediencia, el mundo fue condenado y desde entonces gime bajo el peso de esa maldici�n (G�nesis 3:17-19; Romanos 8:21-22). Algunas de las repercusiones de la ca�da de la humanidad fueron que la tierra creci� con cardos y espinas (G�nesis 3:18), el dolor se convirti� en parte de la vida (G�nesis 3:16) y la muerte f�sica se hizo realidad (G�nesis 3:19). El mundo animal est� sujeto a la maldici�n, no por su propio pecado, sino porque el pecado, por su naturaleza, tiene amplias repercusiones. Como parte de la maldici�n del pecado del hombre, los animales se volvieron contra la humanidad y contra los dem�s, y muchos de ellos s�lo sobreviven mediante la violencia y el derramamiento de sangre.

Los animales no pecan. Son incapaces de pecar porque no fueron creados como agentes morales independientes. Para que un acto sea pecaminoso, debe existir la violaci�n de una ley incuestionable. El pecado no comienza con el acto; se origina en un alma que tiene la ley de Dios escrita en ella (Romanos 2:15; Santiago 1:14). Los seres humanos son creados a imagen de Dios con un alma eterna (G�nesis 1:27). Los animales no lo son. Cuando Dios cre� a Ad�n, “sopl� en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente” (G�nesis 2:7). Esa alma viviente tiene una conciencia -un conocimiento innato del bien y del mal- y la capacidad de tomar decisiones morales m�s all� del instinto de supervivencia. Los seres humanos tenemos la capacidad de elegir la obediencia a la ley moral de Dios, pero elegimos seguir nuestras propias inclinaciones (G�nesis 8:21; Isa�as 53:6). Los animales no tienen un alma inmortal creada a imagen de Dios. Aunque pueden elegir la obediencia, normalmente se debe a motivadores externos, como las golosinas y el adiestramiento. Los animales no tienen la ley de Dios impresa en sus corazones y por lo tanto no pueden transgredirla.

Despu�s del diluvio, Dios estableci� un nuevo orden de existencia humana (G�nesis 9:8-17). Hizo un pacto con No� que inclu�a una prohibici�n de matar, basada en la verdad de que la humanidad fue creada a Su propia imagen. G�nesis 9:5-6, dice: “Porque ciertamente demandar� la sangre de vuestras vidas; de mano de todo animal la demandar�, y de mano del hombre; de mano del var�n su hermano demandar� la vida del hombre. El que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre ser� derramada; porque a imagen de Dios es hecho el hombre” (�nfasis a�adido). Los animales que mataban a los humanos deb�an ser sacrificados, no como castigo por el pecado, sino porque hab�an destruido la imagen de Dios. Este principio se mantiene en la Ley Mosaica (�xodo 21:28).

Dios no exig�a tal rendici�n de cuentas para una persona que derramara sangre animal; de hecho, Dios exig�a sacrificios de animales como se�al de arrepentimiento para el antiguo Israel (N�meros 6:14; Lev�tico 9:2). A lo largo de la historia, Dios ha establecido la pauta de que, dondequiera que haya pecado, �l hace una provisi�n para ese pecado: un medio por el cual un ser humano puede volver a estar bien con �l (G�nesis 3:21). Romanos 5:20 dice: “mas cuando el pecado abund�, sobreabund� la gracia”. Dondequiera que exista el pecado, Dios provee un camino para el perd�n. Jesucristo vino a la tierra como un hombre para ser el sacrificio por el pecado de la humanidad para que pudi�ramos ser reconciliados con Dios (Filipenses 2:5-11; 1 Timoteo 2:5). Para los animales no se ha hecho tal provisi�n, lo que significa, una vez m�s, que no poseen almas inmortales, no tienen la ley moral escrita en sus corazones y no cargan con la responsabilidad del pecado. Los animales no pueden pecar contra Dios, y por lo tanto no requieren ning�n medio de perd�n de Dios.

Los animales no pecan. Cuando un gato “duerme por ah�”, no est� pecando, porque las leyes morales de Dios no se aplican a los gatos. Cuando una ara�a viuda negra mata y se come a su pareja, no es culpable de asesinato, pues el asesinato s�lo se puede cometer por y contra un agente moral libre, creado a imagen de Dios. El hombre est� obligado a cumplir la ley de Dios, que le fue dada espec�ficamente, y s�lo �l es responsable de la transgresi�n de la ley. Cuando Ad�n cay�, arrastr� al mundo animal con �l, y “la creaci�n fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujet� en esperanza” (Romanos 8:20). Ahora, “el anhelo ardiente de la creaci�n es el aguardar la manifestaci�n de los hijos de Dios”, porque “la creaci�n misma ser� libertada de la esclavitud de corrupci�n” cuando, en el buen tiempo de Dios, se invierta la maldici�n (Romanos 8:19, 21; cf. Apocalipsis 22:3).

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