Pregunta: “�Por qu� algunas personas no vienen a Dios sino hasta una edad avanzada?”

Respuesta:

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Pregunta: “�Por qu� algunas personas no vienen a Dios sino hasta una edad avanzada?”

Respuesta:
El mensaje del evangelio es para j�venes y ancianos, para hombres y mujeres de todas las razas y culturas (G�latas 3:28). Sin embargo, la mayor�a de los que escuchan el mensaje no responden inmediatamente. Algunos no se vuelven a Dios sino hasta que alcanzan una edad avanzada.

Humanamente hablando, podemos suponer muchas razones para no responder a Dios a una edad m�s avanzada: tener una familia o una carrera, querer viajar, o dedicarse a un sinf�n de actividades deportivas o sociales. Algunos pueden pensar que a Dios no le importar� esperar hasta que sus ajetreadas vidas est�n m�s tranquilas para poder dedicarle algo de tiempo. Otros son demasiado orgullosos para reconocer a Dios. Algunos viven c�modamente gracias a sus propios esfuerzos, y no sienten ninguna necesidad de acudir a Dios. Algunos simplemente aman su pecado. Y otros est�n tan convencidos de que se est�n ganando la salvaci�n con buenas obras y por eso no han acudido a Dios con fe.

Jes�s cont� una par�bola que muestra a diferentes personas que fueron llamadas en diferentes momentos. En Mateo 20:1-16, el due�o de la vi�a contrata obreros para recoger la cosecha. Algunos comienzan a trabajar temprano en el d�a y acuerdan su salario. La cosecha es tan grande que el amo tiene que contratar m�s trabajadores a medida que avanza el d�a, hasta casi el final de la jornada laboral. El amo paga a los que empezaron a trabajar tarde la misma cantidad que a los que empezaron temprano. Esta par�bola habla de la soberan�a de Dios al llamar a quien quiere, en cualquier etapa de la vida. A los que empiezan a trabajar “tarde” los trata como a los que han trabajado toda su vida a Su servicio.

Desde antes de la creaci�n, Dios sab�a a qui�n iba a llamar: “Seg�n nos escogi� en �l antes de la fundaci�n del mundo, para que fu�semos santos y sin mancha delante de �l, en amor habi�ndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, seg�n el puro afecto de su voluntad” (Efesios 1:4-5). Dios sabe el momento justo para llamar a un pecador al arrepentimiento y a la salvaci�n. Muchos pueden escuchar el llamado que Dios hace desde afuera, ya que la semilla de la Palabra de Dios es arrojada por todas partes, pero no toda la semilla cae en “buena tierra” donde pueda echar ra�ces y producir una cosecha (Mateo 13:1-23).

Adem�s de escuchar el llamado que viene de afuera, las personas deben escuchar el llamado interno del Esp�ritu Santo, porque es �l quien nos convence de nuestro pecado y nos permite poner la fe en Cristo (Juan 16:7-15). Un ejemplo de este llamado interno es la conversi�n de Lidia: “El Se�or abri� el coraz�n de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo dec�a” (Hechos 16:14). Pablo hizo el llamado externo, pero fue el Esp�ritu Santo quien produjo ese llamado interno en Lidia. Hasta que eso ocurra, nunca podremos responder adecuadamente al llamado externo. “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Esp�ritu de Dios, porque para �l son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (1 Corintios 2:14). Es Dios quien nos atrae hacia �l; �l decide a qui�n llama y cu�ndo lo hace. Su tiempo es perfecto.

El plan de Dios para nosotros est� oculto hasta que Dios decide revelarlo. S�lo en retrospectiva podemos ver c�mo el Esp�ritu Santo estuvo activo para llevarnos al momento de la salvaci�n. Puede que recordemos algo significativo que dijo un cristiano que nos hizo parar y pensar. O nos presentaron a personas cuyas vidas demostraron el amor y la humildad de Jes�s. Tal vez nuestras circunstancias cambiaron dr�sticamente y nos hallamos en un lugar que no hab�amos elegido. Mediante circunstancias aparentemente aleatorias, finalmente reconocimos que nos faltaba algo importante, y eso inici� nuestra b�squeda de Dios y el deseo de estar en relaci�n con �l. Para cada creyente, la historia de la conversi�n es �nica, pero el denominador com�n es la gu�a del Esp�ritu Santo y la generaci�n de fe de la Palabra de Dios (Romanos 10:17).

Dios conoce nuestros corazones, y sabe qui�nes responder�n a Su llamado. Cuando llega el momento, Dios atraviesa nuestros obst�culos, y el llamado interno de Dios se vuelve irresistible. Los que rechazan el llamado externo est�n sin el Esp�ritu de Dios (Romanos 8:9).

Dios nos llama, pero a veces no escuchamos. Dios nos llama, pero en ocasiones lo ignoramos. Dios nos llama, pero de vez en cuando nuestro orgullo se interpone. Para algunos, se necesita una tragedia personal antes de detenerse a reevaluar sus vidas. Para otros, hace falta una lecci�n de humildad antes de reconocer su necesidad. Por todas esas razones y otras m�s, algunas personas tardan en acudir a Dios. El peligro de procrastinar es que el tiempo se agote. Nadie tiene garantizado el ma�ana (Lucas 12:20). Dios es paciente, pero, despu�s de la muerte, no hay una segunda oportunidad para salvarse (Hebreos 9:27).

Los cristianos tienen la responsabilidad de divulgar las buenas noticias, pero es Dios quien lleva a las personas al arrepentimiento y a la fe salvadora en Cristo Jes�s. Si tienes a alguien por quien est�s orando, posiblemente desde hace a�os, sigue el consejo de Jes�s de “orar y no desmayar” (Lucas 18:1). Conf�a en el tiempo y forma de actuar de Dios.

Si est�s posponiendo el llamado de Dios a la salvaci�n, est�s jugando con fuego. El momento de Dios es siempre ahora (2 Corintios 6:2). Ignoramos el llamado de Dios para nuestro peligro eterno.

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