Pregunta: “�Qu� dice la Biblia sobre el consumo de alimentos/carne que se ha consagrado a los �dolos?”

Respuesta:

topreadz.com/Espanol Pregunta: “�Qu� dice la Biblia sobre el consumo de alimentos/carne que se ha consagrado a los �dolos?” Respuesta: Una de las luchas en la iglesia primitiva ten�a que ver con la carne que hab�a sido consagrada a los �dolos. Los debates sobre qu� comer pueden parecer extra�os para la mayor�a de nosotros en la…

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Pregunta: “�Qu� dice la Biblia sobre el consumo de alimentos/carne que se ha consagrado a los �dolos?”

Respuesta:

Una de las luchas en la iglesia primitiva ten�a que ver con la carne que hab�a sido consagrada a los �dolos. Los debates sobre qu� comer pueden parecer extra�os para la mayor�a de nosotros en la sociedad moderna, pero para los creyentes del primer siglo era un tema de gran importancia. Cuando los ap�stoles trataron el tema, dieron instrucciones sobre varios asuntos m�s amplios con aplicaci�n para hoy:

La unidad dentro de la iglesia. En los primeros a�os de la iglesia, cuando los gentiles convertidos comenzaron a unirse a los creyentes jud�os en las comunidades locales, surgi� un problema relacionado con el consumo de carne. La sociedad grecorromana estaba impregnada de culto a los �dolos, y era com�n que la carne que se vend�a en el mercado hubiera sido consagrada como sacrificio a falsos dioses antes de venderse. Los jud�os no quer�an saber nada de esa carne, pues desconfiaban de las pr�cticas de manipulaci�n de alimentos “impuros” y cre�an que participar en la carne consagrada era aprobar t�citamente el culto a los �dolos. Los gentiles rechazaban la idea de que esa carne estuviera contaminada y sosten�an que pod�an comer carne consagrada a los �dolos sin avalar la idolatr�a; despu�s de todo, no hab�an ofrecido el sacrificio. El asunto se estaba convirtiendo en un punto de disputa dentro de la iglesia.

La iglesia de Antioqu�a de Siria, compuesta por jud�os y gentiles, luchaba con este tema (Hechos 15). El Concilio de Jerusal�n resolvi� el asunto instando a los conversos gentiles a abstenerse de la carne consagrada a los �dolos (Hechos 15:29). Esta decisi�n se tom� no para promover el legalismo sino para mantener la paz dentro de la iglesia. Puesto que comer carne consagrada a los �dolos era una cuesti�n que causaba divisiones -con la posibilidad de escandalizar a los dem�s creyentes-, lo m�s conveniente era la abstinencia.

Con su decisi�n, el Concilio de Jerusal�n afirm� la necesidad de la consideraci�n respecto a las costumbres de los dem�s. El principio es el de la abnegaci�n; debemos estar dispuestos a renunciar a nuestros derechos personales en aras de mantener la unidad en el cuerpo de Cristo. El crecimiento espiritual tiene prioridad sobre las preferencias personales.

Hacer pecar a un hermano m�s d�bil. En 1 Corintios 8:4-13, Pablo aclara la ense�anza sobre este tema. Primero, dice que comer carne ofrecida a un �dolo no es inmoral, porque “nada es en el mundo”. Un �dolo es un objeto inanimado. “La vianda”, dice, “no nos hace m�s aceptos ante Dios; pues ni porque comamos, seremos m�s, ni porque no comamos, seremos menos”. La carne en s� misma es amoral. Sin embargo, hay que tener en cuenta algo m�s, es decir, el hermano con una conciencia d�bil. Algunos creyentes, especialmente los que ten�an un trasfondo de adoraci�n de �dolos, segu�an siendo muy sensibles con respecto a este asunto y consideraban moralmente incorrecto comer carne consagrada a los �dolos. Pablo dice que bajo ninguna circunstancia un creyente debe animar a otro a vulnerar su conciencia. Para los puros, todas las cosas son puras (Tito 1:15), pero para alguien con una conciencia d�bil, la carne que se tomaba de los templos paganos estaba espiritualmente contaminada. Ser�a mejor no volver a comer carne que hacer que un creyente peque contra su conciencia.

El hermano “m�s d�bil” no es alguien que simplemente se opone a una determinada pr�ctica, sino uno que est� en peligro de caer en el pecado. Para ilustrarlo, digamos que hay dos cristianos del siglo I llamados Demetrio y Clemente. Ambos son ex id�latras, pero ahora han sido salvos por la fe en Cristo. Demetrio evita todo lo que tenga que ver con su antiguo estilo de vida, incluida la carne que se vende en el mercado, porque para �l comer esa carne constituir�a un regreso al paganismo. Clemente evita el templo y se niega a participar en las fiestas paganas, pero no tiene ning�n problema en comer la carne del mercado. Clemente entiende (correctamente) que un �dolo no tiene poder para corromper la buena carne, y, para �l, comer esa carne no es un problema. Pero un d�a, cuando ambos est�n en el mercado, Demetrio ve a Clemente comiendo carne consagrada a los �dolos. Demetrio se horroriza, pero Clemente se r�e y anima a Demetrio a que tambi�n coma un poco. Cuando Demetrio duda, Clemente corta un trozo y se lo da. Demetrio, animado por la confianza de Clemente, come la carne. B�blicamente, ambos creyentes han pecado. Clemente pec� al violar la conciencia de un hermano creyente. Demetrio pec� al volver esencialmente a la idolatr�a, al menos eso es lo que le dice su conciencia. Y lo que es m�s importante, Demetrio est� aprendiendo a no hacer caso a su conciencia, algo muy peligroso de aprender.

El principio aqu� es que la conciencia de un cristiano m�s d�bil es m�s importante que la libertad individual. Hacer algo “permitido” nunca debe obstaculizar la salud espiritual de otra persona.

Mantener un testimonio puro. En 1 Corintios 10:25-32, Pablo vuelve a enfatizar la libertad del creyente y lo que deber�a limitar esa libertad. Si compras carne para tu propio consumo, no preguntes de d�nde vino; no importa realmente si fue consagrada a un �dolo o no. “Del Se�or es la tierra y su plenitud” (Salmo 24:1). Sin embargo, si te invitan a cenar y alguien te dice: “Esta carne fue ofrecida a los �dolos”, entonces amablemente evita comer. Ya que tu amigo obviamente considera que la carne est� “contaminada” por los �dolos, no la comas por el bien de la conciencia de �l, aunque tu propia conciencia est� bien. El cristiano glorifica a Dios cuando limita su libertad para el beneficio espiritual de los dem�s.

Compromiso con el mundo. En la carta a la iglesia de Tiatira, Jes�s los reprende por tolerar a una profetisa que “ense�e y seduzca a mis siervos a fornicar y a comer cosas consagradas a los �dolos” (Apocalipsis 2:20). Se trata de una situaci�n diferente a la que Pablo trataba en Corinto. Parece que los miembros de la iglesia de Tiatira estaban participando en las “fiestas del amor” paganas, que se celebraban con flagrante inmoralidad y fest�n. Estos creyentes no estaban simplemente comprando carne en el mercado; en realidad estaban asistiendo a fiestas paganas y uni�ndose al pecado de los id�latras. (Ver el vers�culo 14 donde se hace una reprimenda similar a la iglesia de P�rgamo).

A continuaci�n, un resumen de la ense�anza b�blica sobre el consumo de carne consagrada a los �dolos:

Comer carne que se ofrece a un �dolo no es intr�nsecamente malo. La carne no est� “contaminada” por el hecho de haber sido tomada de un sacrificio pagano. Dios “nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos” (1 Timoteo 6:17). Sin embargo, algunos cristianos consideran que la carne que se ofrece a un �dolo est� contaminada, y para ellos lo est�, ya que deben seguir su conciencia. Hay que respetar sus prejuicios por parte de otros cristianos que tienen una conciencia m�s fuerte. El amor requiere que todos los cristianos hagan concesiones a sus hermanos m�s d�biles.

Hoy en d�a hay ciertas culturas en las que todav�a se practica la idolatr�a y en las que todav�a son oportunas las ense�anzas espec�ficas de la Biblia sobre la carne para sacrificios. Para todos nosotros, estos son los principios que deben regir nuestra participaci�n en las “�reas grises” de la vida:

1) Tener el “derecho” a hacer algo no significa que seamos libres de hacerlo en cualquier circunstancia, independientemente de sus efectos sobre los dem�s.

2) La libertad del creyente en Cristo puede y debe ser limitada voluntariamente para no hacer pecar a un hermano m�s d�bil violando su conciencia. En el amor se limita la libertad.

3) Mantener la unidad del Esp�ritu en el v�nculo del amor puede hacer que el creyente renuncie a su “derecho” personal respecto a algo. “�Mirad cu�n bueno y cu�n delicioso es Habitar los hermanos juntos en armon�a!” (Salmo 133:1).

4) Debemos evitar cualquier cosa que haga que un cristiano d�bil piense menos en su fe o que haga que una persona no salva se sienta a gusto en su pecado.

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