Pregunta: “�Qu� dice la Biblia sobre el sexo en el matrimonio / sexo conyugal?”

Respuesta:

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Pregunta: “�Qu� dice la Biblia sobre el sexo en el matrimonio / sexo conyugal?”

Respuesta:
El sexo fue creado para que fuera una experiencia �nica que uniera a marido y mujer en lo que la Biblia llama una unidad de “una sola carne” (Mateo 19:6). Ya que Dios invent� el sexo, �l puede establecer los par�metros para su uso, y deja esos par�metros muy claros en las Escrituras (Hebreos 13:4; 1 Corintios 6:18). El sexo fue dise�ado para el matrimonio. Punto. Cualquier relaci�n sexual fuera de esos l�mites es pecado. Y a pesar de lo que la cultura actual nos quiere hacer creer, el sexo marital es entre un hombre y una mujer, no entre dos hombres o dos mujeres. La simple biolog�a deja claro que los cuerpos masculino y femenino fueron dise�ados para encajar de una manera que la fisiolog�a del mismo sexo no puede. Dios sabe lo que hace. As� que analicemos lo que la Biblia tiene que decir sobre el sexo conyugal.

En primer lugar, el sexo marital debe ser la consumaci�n de un compromiso de por vida hecho por dos personas. En la antig�edad y en varias culturas diferentes, las celebraciones matrimoniales sol�an incluir una “ceremonia de cama”, en la que los novios se retiraban a la alcoba para consumar su matrimonio. Despu�s volv�an a la fiesta y continuaba la celebraci�n con los amigos y la familia. El matrimonio no se consideraba completo hasta que los novios experimentaban la intimidad sexual. Aunque esto puede parecer un poco vulgar de acuerdo con nuestros est�ndares modernos, muestra el valor que muchas culturas otorgaban tradicionalmente a la virginidad y al sexo conyugal.

Teniendo en cuenta que el impulso sexual es tan poderoso, la Biblia recomienda el matrimonio para evitar la inmoralidad sexual (1 Corintios 7:1-2). Las relaciones sexuales conyugales deben ser mutuas y frecuentes para que marido y mujer no tengan la tentaci�n de cometer adulterio (1 Corintios 7:5). La Biblia da instrucciones detalladas sobre el matrimonio, la sexualidad y el divorcio en 1 Corintios 7. Los cuerpos del marido y la mujer se pertenecen mutuamente. El vers�culo 4 dice: “La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer”. El entregar el cuerpo a la persona con la que estamos comprometidos deber�a eliminar cualquier posibilidad de relaciones extramatrimoniales. Cuando entendemos que nuestros cuerpos no son nuestros, que han sido comprometidos con un c�nyuge, podemos cerrar la puerta a cualquier pensamiento de prestarlos a otra persona.

El matrimonio fue dise�ado por Dios como una imagen de la relaci�n de pacto que quiere con nosotros (2 Corintios 11:2). Dios le da gran importancia a la sexualidad humana porque el sexo marital es la relaci�n m�s �ntima que pueden tener dos seres humanos. Tambi�n es una imagen de la intimidad para la que Dios quiere que disfrutemos con �l. En el sexo conyugal, hay una entrega del cuerpo, y en nuestra relaci�n espiritual con Dios, debemos presentar nuestros cuerpos como un sacrificio vivo (Romanos 12:1-2). El acto sexual es una consumaci�n del pacto hecho entre un hombre y una mujer. Los pactos siempre se consumaban con el derramamiento de sangre (�xodo 24:8) y, por lo general, la sangre se derrama cuando se pierde la virginidad. Cuando Dios hizo Su pacto con nosotros, se derram� la sangre de Cristo (Hebreos 13:20). El sexo conyugal es m�s que un medio de procreaci�n y una salida segura para nuestros impulsos sexuales. Es sagrado para Dios porque simboliza la intimidad pura del alma que �l quiere compartir con nosotros. Practicar el sexo como una actividad casual es quitarle su verdadero significado.

El sexo conyugal es la �nica expresi�n sexual aprobada por nuestro Creador. Hay que tratarlo como un regalo sagrado y disfrutarlo entre marido y mujer. Debemos proteger nuestros corazones y ojos de cualquier tentaci�n externa que intente manchar o robar la intimidad sexual. La pornograf�a, las relaciones extramatrimoniales, el divorcio y la promiscuidad nos roban la belleza y el valor que Dios teji� en el acto sexual. No podemos experimentar todo lo que Dios dise�� para la sexualidad a menos que reservemos todas las actividades sexuales para el matrimonio.

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