Pregunta: “�Qu� dice la Biblia sobre la indecisi�n / estar indeciso?”

Respuesta:

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Pregunta: “�Qu� dice la Biblia sobre la indecisi�n / estar indeciso?”

Respuesta:
La indecisi�n normalmente quiere decir que a uno le cuesta tomar decisiones. El concepto de indecisi�n tambi�n se aplica a la colaboraci�n en equipo en la que no se llega a una soluci�n. Una cuesti�n indecisa es aquella que no est� claramente marcada. Somos indecisos cuando estamos inseguros o no tenemos una fuerte convicci�n sobre un asunto. La indecisi�n es com�n cuando tenemos que tomar una decisi�n que tendr� consecuencias desagradables. Hay ocasiones en las que es prudente permanecer indeciso. Puede que nos falte toda la informaci�n, por ejemplo, o que el asunto sea poco importante y una opini�n s�lo sirva para dividir. Sin embargo, en la mayor�a de los casos, la indecisi�n muestra una falta de voluntad para comprometerse con principios absolutos y defenderlos. En ese aspecto, la indecisi�n es una debilidad (Juan 12:43).

Hay varios pasajes en las Escrituras que muestran la insensatez de la indecisi�n. La mujer de Lot muri� por su incapacidad para decidir entre Sodoma y la obediencia a Dios (G�nesis 19:26). Josu� record� al pueblo de Israel la necesidad de elegir un bando en cuanto a su adoraci�n, y expuso claramente su decisi�n: “Escogeos hoy a qui�n sirv�is; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del r�o, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habit�is; pero yo y mi casa serviremos al Se�or” (Josu� 24:15). En el monte Carmelo, cuando el profeta El�as se enfrent� a Acab y a los profetas de Baal, se dirigi� a los israelitas indecisos: “Y acerc�ndose El�as a todo el pueblo, dijo: �Hasta cu�ndo claudicar�is vosotros entre dos pensamientos? Si el Se�or es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de �l. Y el pueblo no respondi� palabra” (1 Reyes 18:21). Bajo la convicci�n del Esp�ritu Santo, F�lix se neg� a tomar una decisi�n y despidi� a Pablo hasta un momento m�s “oportuno” (Hechos 24:25). Jes�s nos advirti� que “nadie puede servir a dos se�ores” (Mateo 6:24).

Romanos 14:5 menciona la indecisi�n sobre las convicciones personales: “Uno hace diferencia entre d�a y d�a; otro juzga iguales todos los d�as. Cada uno est� plenamente convencido en su propia mente”. Dios nos ha dado Su Palabra para instruirnos sobre cuestiones fundamentales (Salmo 32:8; 119:105), aunque deja lugar para la opini�n y la convicci�n personal en temas menores, a medida que nos esforzamos para complacerlo en todas las cosas. Lo que la Biblia no aprueba es la incertidumbre. Cuando oramos por sabidur�a, debemos creer que Dios escucha y responder� (1 Juan 5:15; Santiago 1:5). Cuando pedimos de acuerdo a la voluntad de Dios, debemos pedir “con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento” (Santiago 1:6). En otras palabras, la oraci�n sin fe es una indecisi�n espiritual.

Debemos buscar la sabidur�a para saber sobre qu� asuntos merece la pena ser decisivo (Proverbios 2:2-6). Las redes sociales est�n llenas de opiniones candentes sobre cualquier tema, y muchos de los que avivan el fuego se beneficiar�an de ser m�s indecisos. Nuestra cultura ha sustituido la opini�n por la verdad y la pasi�n por la convicci�n. No es necesario que tengamos una opini�n firme y r�pida sobre todos los temas, ni que nos sintamos presionados a “tomar partido” cuando nos falta toda la informaci�n o el conocimiento sobre un tema. Tomarse el tiempo necesario para escuchar todos los puntos de vista de un asunto es una caracter�stica de la sabidur�a (Proverbios 18:13, 17).

Ahora bien, cuando se trata de los principios b�sicos del Evangelio o de la infalibilidad de la Palabra de Dios, no debemos ser indecisos (2 Timoteo 3:16; Juan 17:17). En la actualidad disponemos de m�s informaci�n que nunca antes en la historia, as� que no hay excusa para que un cristiano sea ignorante sobre las normas de Dios en los temas morales, c�vicos y de relaciones de nuestros d�as. Gran parte de la indecisi�n espiritual est� motivada por el miedo al hombre, no por la falta de conocimiento (G�latas 1:10).

Cuando aceptamos la idea de que nuestra opini�n puede desafiar las declaraciones de Dios comprobadas por el tiempo, estamos creando una atm�sfera de indecisi�n donde no tiene por qu� existir. El simple hecho de que una norma b�blica nos incomode o entre en conflicto con lo pol�ticamente correcto no significa que debamos estar indecisos al respecto.

Las mentes de los cristianos sanos son firmes en las cosas que importan y humildemente ense�ables en las cosas que no importan. Siguen estudiando para presentarse como aprobados ante Dios (2 Timoteo 2:15), de modo que se forman convicciones piadosas incluso sobre las “�reas grises” de la vida. Se cuidan de no juzgar a otros que sirven a Dios de manera diferente (Romanos 14:1-4), pero son decisivos sobre el plan de Dios para sus propias vidas. Cuando vivimos fielmente a esas convicciones, no nos dejamos sacudir por cada nueva idea o capricho cultural (Mateo 7:24-27). La indecisi�n sobre lo que Dios ha declarado como verdadero no tiene lugar en la vida de un cristiano.

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