Pregunta: “�Qu� es el monofisitismo? �Qu� es el eutiquianismo?”

Respuesta:

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Pregunta: “�Qu� es el monofisitismo? �Qu� es el eutiquianismo?”

Respuesta:
El monofisitismo es una opini�n err�nea o her�tica sobre la naturaleza de Jesucristo. Dos escuelas de pensamiento monofisitas son el eutiquianismo y el apolinarismo. El monofisitismo ense�a que Cristo tiene una naturaleza -una divina- y no dos. El eutiquianismo ense�aba espec�ficamente que la naturaleza divina de Cristo estaba tan mezclada con su naturaleza humana que, de hecho, no era totalmente humana ni totalmente divina. El eutiquianismo y el monofisitismo niegan la ense�anza b�blica de la uni�n hipost�tica, de que las dos naturalezas de Cristo est�n unidas, pero son distintas. Los eutiquianos siguieron la ense�anza de Eutiques (378-452), un l�der del siglo V de un monasterio en Constantinopla; la palabra monofisitismo viene de una palabra griega que significa “una naturaleza”.

El eutiquianismo se desarroll� como una respuesta del siglo V al nestorianismo, que ense�aba que Cristo ten�a dos naturalezas separadas que daban lugar a dos personas diferentes que resid�an en el mismo cuerpo. Sin embargo, Eutiques fue demasiado lejos en su refutaci�n de Nestorio y termin� ense�ando tambi�n una herej�a. Eutiques dijo que la humanidad de Jes�s estaba esencialmente disuelta u obliterada por Su naturaleza divina, describi�ndola como “disuelta, as� como una gota de miel en el mar.” Una analog�a que podr�a ayudar a explicar lo que quer�a decir Eutiques es la de una gota de tinta puesta en un vaso de agua. El resultado es una mezcla que no es agua pura ni tinta pura. Por el contrario, se trata de una tercera sustancia, una mezcla de las dos en la que tanto la tinta como el agua han cambiado de alguna manera. B�sicamente, eso es lo que ense�aba Eutiques sobre las naturalezas de Cristo. �l cre�a que la naturaleza humana de Cristo fue absorbida en Su naturaleza divina de manera que ambas naturalezas fueron cambiadas hasta cierto punto, resultando en la formaci�n de una tercera naturaleza.

El monofisitismo, incluido el eutiquianismo, fue m�s influyente en la Iglesia oriental que en la occidental. El Concilio de Calcedonia, en el a�o 451, renunci� a esta ense�anza, pero, en un momento dado, a finales del siglo V, el Patriarca de la Iglesia Ortodoxa Oriental trat� de reconciliar el monofisitismo con la ense�anza ortodoxa. No se pudo llegar a un acuerdo y los monofisitas fueron finalmente excomulgados. Sin embargo, el monofisismo sigui� siendo ampliamente aceptado en Antioqu�a de Siria, Jerusal�n y Alejandr�a de Egipto.

Posteriormente, algunos propusieron un compromiso entre el monofisitismo y la teolog�a ortodoxa llamado monotelitismo (de una palabra griega que significa “una sola voluntad”). Los promotores del monotelitismo dec�an que Cristo ten�a dos naturalezas, pero s�lo ten�a una voluntad (divina). Esa negaci�n de la voluntad humana de Jes�s ignoraba la propia declaraci�n de Jes�s en Lucas 22:42, y el acuerdo fracas�, siendo rechazado por ambas partes. Los monofisitas se negaron a aceptar la doctrina de las dos naturalezas de Cristo, y el propio monotelitismo fue declarado herej�a por el Tercer Concilio de Constantinopla (680-681).

Algunas iglesias hoy en d�a ense�an lo que se puede considerar una forma modificada de monofisitismo llamada miafisitismo o henofisitismo. El miafisitismo ense�a que Cristo tiene una sola naturaleza, pero esa naturaleza �nica consiste en dos naturalezas, unidas en una sola “sin mezcla, sin confusi�n y sin alteraci�n” (de la liturgia divina copta). Las iglesias ortodoxas orientales, incluida la Iglesia Ortodoxa Copta, sostienen la doctrina miafisita o no calcedoniana.

El error que comparten el monofisitismo y el eutiquianismo es la ense�anza de que Cristo ten�a una sola naturaleza. La doctrina de la naturaleza de Cristo es decisiva cuando se trata de la expiaci�n. Si Jes�s no hubiera sido verdadera y plenamente hombre, entonces no habr�a podido ser un verdadero sustituto de la humanidad; si no hubiera sido verdadera y plenamente Dios, entonces Su muerte no habr�a podido expiar nuestros pecados.

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