Pregunta: “�Qu� es la hombr�a b�blica?”

Respuesta:

topreadz.com/Espanol Pregunta: “�Qu� es la hombr�a b�blica?” Respuesta: En el mundo posmoderno, pocos temas suscitan tanta controversia como las discusiones sobre el g�nero. A�adir una nueva dimensi�n religiosa hace que el concepto sea a�n m�s propenso a la distorsi�n y a las reacciones emocionales. Algunas de las cosas que dice la Biblia sobre los hombres…

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Pregunta: “�Qu� es la hombr�a b�blica?”

Respuesta:
En el mundo posmoderno, pocos temas suscitan tanta controversia como las discusiones sobre el g�nero. A�adir una nueva dimensi�n religiosa hace que el concepto sea a�n m�s propenso a la distorsi�n y a las reacciones emocionales. Algunas de las cosas que dice la Biblia sobre los hombres y las mujeres, c�mo se relacionan y cu�les son las expectativas de Dios para ellos pueden ir en contra de nuestras preferencias. Esas ideas pueden entrar en conflicto con nuestras culturas, nuestra educaci�n o las opiniones de nuestros compa�eros. Sin embargo, la definici�n de hombr�a (y feminidad) b�blica es exactamente eso: b�blica, no basada en opiniones.

Sin embargo, incluso dentro del cristianismo, existe un importante debate sobre la mejor manera de aplicar los conceptos b�blicos de hombr�a y feminidad. La manera para vivir los roles �nicos dados por Dios a los hombres y a las mujeres no es tan f�cil en la pr�ctica como en la teor�a. Por lo tanto, en vez de intentar una explicaci�n detallada de cada aspecto de la hombr�a b�blica, nuestra intenci�n aqu� es s�lo destacar el tema a grandes rasgos.

La hombr�a b�blica se puede reducir a cinco principios b�sicos, que se espera que cada hombre cumpla. Estos son: 1) humildad ante su Dios, 2) control de sus deseos, 3) proteger a su familia, 4) proveer para su familia, y 5) dirigir a su familia. Los hombres que no cumplen estas expectativas no se comportan como “hombres”, b�blicamente hablando, sino como algo menos digno (Salmo 49:20). Algunos buenos ejemplos de hombr�a b�blica en las Escrituras son Daniel, Caleb, Josu�, Pablo y, por supuesto, Jes�s.

Los hombres y las mujeres han sido creados a imagen de Dios (G�nesis 1:26-27), algo que ninguna otra criatura puede pretender. Esto significa que todos los seres humanos son valiosos y dignos de respeto. Sin embargo, los hombres y las mujeres no son id�nticos. Somos biol�gicamente, psicol�gicamente y emocionalmente distintos. Esto no es malo de ninguna manera; Dios dijo que Su creaci�n original, que inclu�a g�neros distintos, era “muy buena” (G�nesis 1:31). La hombr�a b�blica ha de incluir un concepto sagrado de la mujer. Los malos tratos a las mujeres, tales como la prohibici�n de la educaci�n, el abuso sexual o la negaci�n de los derechos civiles, son violaciones del principio de la imagen de Dios. Tambi�n lo son las actitudes que ignoran las diferencias significativas entre los sexos o que borran los roles de g�nero.

Es importante tener en cuenta las cosas que las Escrituras no incluyen como parte de la hombr�a b�blica. Los hombres no deben ser tiranos, gobernando el hogar con pu�o de hierro y actitud de dictador. Tampoco se les ordena que se acobarden y sean d�biles con sus familias. Ni est�n llamados a imponer, en ning�n sentido, los ideales b�blicos de la feminidad en sus esposas. La humildad, el autocontrol, la protecci�n, la provisi�n y el liderazgo son las responsabilidades del hombre y sus habilidades. Los hombres son responsables del liderazgo espiritual dentro de sus familias, pero en �ltima instancia cada persona es responsable de su propia vida ante Dios.

La perspectiva apropiada para este liderazgo viene de Efesios 5:25-32. El objetivo en la vida de cada creyente es parecerse cada vez m�s a Cristo (Romanos 8:29). Para los hombres, en el rol que Dios les ha dado, esto significa liderar y amar a sus esposas de la misma manera que Cristo am� a la iglesia: con sacrificio (Efesios 5:2), sirviendo (Juan 13:14-15) y con amor desinteresado (Efesios 5:28). Al igual que el Padre, el Hijo y el Esp�ritu Santo son iguales, pero desempe�an funciones diferentes, tambi�n los hombres y las mujeres pueden ser iguales en valor y en valor espiritual, pero tienen funciones diferentes que cumplir.

El requisito fundamental de la virilidad b�blica es una correcta relaci�n con Dios (Miqueas 6:8). Esto comunica y empodera cualquier otra responsabilidad que un hombre tenga en su vida. La humildad significa un reconocimiento de su imperfecci�n (Romanos 3:23), la aceptaci�n de Cristo para la salvaci�n (2 Pedro 3:9), y un sentido continuo de dependencia de Dios (1 Pedro 5:7; Hebreos 13:15). Un hombre piadoso estudiar�, aprender� y entender� la voluntad de Dios (Mateo 6:33; Romanos 12:2) a trav�s de la Palabra de Dios (Hebreos 4:12). Esto le da las herramientas para cumplir con todas sus otras obligaciones; no hace autom�ticamente que su vida sea b�blicamente sana (1 Corintios 3:2).

Saber lo que Dios quiere es s�lo el primer paso, ya que la hombr�a b�blica tambi�n requiere la sumisi�n a ese conocimiento. Los hombres est�n llamados a controlar sus impulsos y deseos (1 Tesalonicenses 4:3-5), confiando en Dios para vencer las tentaciones (1 Corintios 10:13). De acuerdo a la Biblia, los hombres no deben tergiversar las Escrituras para salirse con la suya (Marcos 7:8-9) o para ajustarse a sus propias preferencias (Proverbios 14:12). Por el contrario, deben seguir los mandatos de Dios (Proverbios 1:7) y no sus propios impulsos (Romanos 6:12; 1 Pedro 1:14). Esto incluye los dem�s requisitos de la hombr�a b�blica, que pueden ser dif�ciles de aplicar de manera humilde y piadosa.

La hombr�a b�blica incluye la responsabilidad de proteger a la familia. Esto se refiere a la protecci�n f�sica, hasta el punto de dar la vida (Efesios 5:25). En la Biblia, los hombres son llamados a luchar para proteger a sus esposas e hijos (Nehem�as 4:13-14); a las mujeres nunca se les pide que hagan lo mismo por sus esposos. Tambi�n se trata de la protecci�n espiritual: considera que Eva pec� primero, pero se culp� a Ad�n por no haberla guiado (G�nesis 3:11, 17). A los hombres se les instruye para que “honren” a sus esposas como un “vaso m�s fr�gil” (1 Pedro 3:7), una frase que en el contexto sugiere algo precioso, costoso y de gran valor. Proteger a la esposa y a la familia de cualquier da�o, tanto espiritual como f�sico, deber�a ser un instinto natural para los hombres cristianos.

Los hombres tambi�n est�n llamados a ser los principales proveedores de sus familias. Obviamente, esto puede tomar diferentes formas, y las circunstancias particulares pueden cambiar de acuerdo a qui�n contribuye a las finanzas familiares. El desempleo, la enfermedad, las lesiones, etc., son circunstancias, no acuerdos premeditados. El castigo de Ad�n en la ca�da fue el aumento del dolor en su responsabilidad principal dentro de la familia, que era la de ser proveedor (G�nesis 3:17-19). Pasajes como 1 Timoteo 5:9 describen el apoyo a las viudas, pero no a los viudos. Por el contrario, son los hombres los que deben proveer para sus propias familias, de manera muy clara (1 Timoteo 5:8). En repetidas ocasiones, la Biblia pide a los hombres que provean y a las mujeres que cuiden del hogar.

El papel de l�der, tanto en la iglesia como en el matrimonio, tambi�n forma parte de la virilidad b�blica. Este requisito se origina incluso antes de la ca�da, cuando Ad�n y Eva compart�an la igualdad en las diferentes responsabilidades (Romanos 12:4-5). Tambi�n se ve en el hecho de que Ad�n haya nombrado a Eva (G�nesis 2:23), un acto que simboliza la autoridad. Como ya hemos mencionado, Cristo tiene que ser el modelo de este tipo de liderazgo. El hombre est� llamado a liderar a trav�s del amor, del servicio y del sacrificio. No se trata de un liderazgo dominante ni de una arrogancia que reprime. El liderazgo masculino en el hogar y en la iglesia debe reflejar la relaci�n entre Cristo y la iglesia.

Por supuesto, estos principios de hombr�a b�blica son m�s f�ciles de entender que de aplicar. Nuestra naturaleza ca�da nos lleva a resistirnos a la voluntad de Dios (Hebreos 3:15), incluso cuando no la rechazamos abiertamente (Romanos 7:23-25). No obstante, la hombr�a b�blica es particularmente importante, como parte fundamental de la vivencia de los mandatos de Dios. No hay nada “varonil”, que valga la pena o que sea digno de elogio en un var�n que elude estas responsabilidades (Proverbios 19:1; 29:1). Tampoco hay nada admirable en una sociedad que desprecia las caracter�sticas de un hombre piadoso (Judas 1:10).

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