Pregunta: “�Qu� es la teor�a de las alucinaciones?”

Respuesta:

topreadz.com/Espanol Pregunta: “�Qu� es la teor�a de las alucinaciones?” Respuesta: Durante casi dos mil a�os, los opositores a la fe cristiana han propuesto diversas teor�as con el fin de explicar las pruebas de la resurrecci�n de Jesucristo. Desde la “teor�a del cuerpo robado”, propuesta por los l�deres religiosos jud�os en el evangelio de Mateo, hasta…

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Pregunta: “�Qu� es la teor�a de las alucinaciones?”

Respuesta:
Durante casi dos mil a�os, los opositores a la fe cristiana han propuesto diversas teor�as con el fin de explicar las pruebas de la resurrecci�n de Jesucristo. Desde la “teor�a del cuerpo robado”, propuesta por los l�deres religiosos jud�os en el evangelio de Mateo, hasta la “teor�a del desmayo”, propuesta por el cr�tico del siglo XIX Friedrich Schleiermacher, los esc�pticos no han dejado de explicar el testimonio de la resurrecci�n de Jes�s sin recurrir a lo sobrenatural.

Si bien la mayor�a de estas explicaciones naturalistas han sido rechazadas como inveros�miles por los cr�ticos contempor�neos de la resurrecci�n corporal de Jes�s, una teor�a en particular ha comenzado a ganar adeptos en los c�rculos esc�pticos. Esta hip�tesis se conoce como la “teor�a de la alucinaci�n”. La teor�a de la alucinaci�n intenta explicar el testimonio de la resurrecci�n de Jes�s afirmando que hubo alucinaciones tanto auditivas como visuales por parte de los disc�pulos de Jes�s. Los defensores de este punto de vista afirman que los disc�pulos de Jes�s realmente “vieron” a Jes�s, pero que estas visiones fueron simplemente alucinaciones en las mentes de los seguidores de Cristo, y no encuentros genuinos con un hombre resucitado. Se dice que las alucinaciones, o las visiones, se produjeron repetidamente y que fueron tan v�vidas que convencieron a los seguidores de Cristo de que �ste hab�a resucitado de entre los muertos.

La ventaja de esta teor�a es doble. En primer lugar, los defensores no necesitan demostrar las impresionantes pruebas de la transformaci�n de la vida de los disc�pulos sobre la base de su nueva creencia en la resurrecci�n de Cristo. M�s bien, el esc�ptico puede admitir que hubo “apariciones” de alg�n tipo sin reconocer la ocurrencia de un milagro. En segundo lugar, explican estas “apariciones” como alucinaciones subjetivas, acontecimientos que s�lo tuvieron lugar en la mente de los disc�pulos.

Desde el principio, la teor�a de las alucinaciones est� llena de problemas. Primero, sabemos que la anticipaci�n y la expectativa juegan un papel crucial en la aparici�n de las alucinaciones. Esto, por s� mismo, hace que los disc�pulos sean malos candidatos para tales experiencias. Los disc�pulos estaban comprensiblemente deprimidos, tristes y profundamente afligidos porque su amado l�der hab�a sido violentamente arrebatado y ejecutado. Los cuatro evangelios describen que los disc�pulos no esperaban ver a Jes�s resucitado. De hecho, algunos dudaron incluso despu�s de que Jes�s se les apareciera (Mateo 28:16-17). Parece que ninguno de los disc�pulos de Jes�s estaba en la actitud adecuada para ser candidatos probables a las alucinaciones.

En segundo lugar, la diversidad de las apariciones hace que las alucinaciones sean una explicaci�n poco probable. Jes�s se apareci� a muchas personas en diversas circunstancias y lugares. Se apareci� tanto adentro como afuera. No se apareci� un solo d�a, sino durante varias semanas. Se apareci� a personas de diferentes or�genes y personalidades.

Probablemente, el principal obst�culo que debe superar la teor�a de las alucinaciones es la imposibilidad de explicar las apariciones a grupos de personas. Como ha comentado el psic�logo cl�nico Gary A. Sibcy, “he examinado la literatura profesional (art�culos de revistas y libros revisados por expertos) escrita por psic�logos, psiquiatras y otros profesionales destacados de la salud durante las dos �ltimas d�cadas y todav�a no he encontrado ni un solo caso documentado de una alucinaci�n en grupo, es decir, un suceso en el que m�s de una persona supuestamente compartiera una percepci�n visual u otra percepci�n sensorial en la que claramente no hubiera un referente externo.” El psic�logo Gary Collins fue igualmente claro al afirmar que “las alucinaciones son sucesos individuales. Por su propia naturaleza, s�lo una persona puede ver una determinada alucinaci�n a la vez. Desde luego, no son algo que pueda ver un grupo de personas. Tampoco es posible que una persona pueda provocar de alg�n modo una alucinaci�n en otra. Puesto que una alucinaci�n s�lo existe en este sentido subjetivo y personal, es obvio que otros no pueden presenciarla”. Y, sin embargo, Jes�s no s�lo se apareci� a numerosos individuos, sino tambi�n a grupos, �y en numerosas ocasiones (Lucas 24:36-43, Mateo 28:9, Juan 20:26-30; 21:1-14, Hechos 1:3-6, 1 Corintios 15:5-7)!

A�n hay m�s problemas. Jes�s no s�lo se apareci� a Sus disc�pulos, sino tambi�n a Su esc�ptico hermano Santiago (1 Corintios 15:7), que antes se hab�a negado a creer en Jes�s (Juan 7:5). �Qu� tan probable es que �l y Judas y otros como ellos tambi�n tuvieran alucinaciones individuales de un Jes�s resucitado con el que no ten�an un compromiso previo?

Incluso si se pudieran superar todos estos obst�culos, queda un problema m�s para la teor�a de las alucinaciones: la tumba vac�a. Si todos los disc�pulos de Jes�s hubieran sido simplemente v�ctimas de numerosas alucinaciones individuales y de grupo, el cuerpo de Jes�s de Nazaret habr�a permanecido donde estaba, enterrado en la tumba de Jos� de Arimatea. �Qu� probabilidad hay de que los disc�pulos de Jes�s hayan ganado adeptos -despu�s de predicar una resurrecci�n corporal en el mismo lugar donde Jes�s fue enterrado- si su tumba estaba de hecho ocupada por un hombre reci�n crucificado? El cr�tico que recurre a las alucinaciones debe entonces combinar esta teor�a con otra hip�tesis para explicar por qu� la tumba de Jes�s se encontr� vac�a.

Las alucinaciones, por s� solas, no pueden explicar toda la informaci�n. Cuando se tienen en cuenta todos estos factores, la teor�a de las alucinaciones se desmorona bajo el peso de los hechos. El cristiano puede seguir confiando en que Cristo ha resucitado.

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