Pregunta: “�Qui�n era Ana en la Biblia?”

Respuesta:

topreadz.com/Espanol Pregunta: “�Qui�n era Ana en la Biblia?” Respuesta: Ana era una de las dos esposas de un hombre llamado Elcana que viv�a “en la regi�n monta�osa de Efra�n”, cerca de Silo. La otra esposa de Elcana, Penina, tuvo hijos, pero Ana no tuvo ninguno. Por eso, Ana estaba muy afligida. Deseaba desesperadamente tener un…

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Pregunta: “�Qui�n era Ana en la Biblia?”

Respuesta:
Ana era una de las dos esposas de un hombre llamado Elcana que viv�a “en la regi�n monta�osa de Efra�n”, cerca de Silo. La otra esposa de Elcana, Penina, tuvo hijos, pero Ana no tuvo ninguno. Por eso, Ana estaba muy afligida. Deseaba desesperadamente tener un hijo, pero no pod�a concebirlo. Por si fuera poco, Penina se burlaba de Ana por su esterilidad. Aunque Elcana amaba a Ana y era muy bondadoso con ella (1 Samuel 1:5, 8), la crueldad de Penina, adem�s de su dolor natural, era demasiado para Ana. Ana clam� a Dios sobre su situaci�n. Le prometi� al Se�or que, si le daba un hijo, lo dedicar�a a Dios como nazareo (un hombre apartado para servir a Dios; ver N�meros 6:1-8).

Mientras Ana oraba fervientemente y en silencio, El� (el sacerdote del tabern�culo) la vio y confundi� su angustia con una borrachera. Hizo un comentario con el fin de que dejara de beber, y ella lo corrigi�. “Por la magnitud de mis congojas y de mi aflicci�n he hablado hasta ahora”, le dijo (1 Samuel 1:16). Luego Ana le explica su situaci�n, y El� le dice: “Ve en paz, y el Dios de Israel te otorgue la petici�n que le has hecho” (1 Samuel 1:17). Despu�s de eso, Ana se sinti� mejor; hab�a recibido la promesa de Dios.

El Se�or respondi� a la oraci�n de Ana. Dio a luz a un hijo y lo llam� Samuel, cuyo nombre significa “Pedido a Dios”. Cuando el ni�o tuvo edad suficiente, ella cumpli� su promesa al Se�or, llev�ndolo a El� y entreg�ndolo al Se�or para que sirviera en el tabern�culo. All�, El� ador� a Dios junto con Ana. Despu�s, Ana pronunci� una hermosa oraci�n, que aparece en 1 Samuel 2:1-10.

En la oraci�n de Ana, a Dios se le presenta como el que ayuda a los d�biles. Ana y Penina representan a los d�biles y a los fuertes de este mundo. Con frecuencia, los fuertes se burlan de los d�biles, sin embargo, Dios escucha y rescata a las Ana del mundo. La oraci�n de Ana se dirige a la arrogancia de los orgullosos, contrastando las palabras altaneras de �stos con el conocimiento de Dios, que es vasto y est� mucho m�s all� de su comprensi�n. “Los arcos de los fuertes fueron quebrados”, dice ella, “y los d�biles se ci�eron de poder” (vers�culo 4). Comienza su oraci�n con “Mi coraz�n se regocija en el Se�or, mi poder se exalta en el Se�or”. Ana reconoci� que su fuerza proven�a de Dios y no de ella misma. No estaba orgullosa de su fuerza, sino que se regocijaba en el poder de Dios para hacer que una persona d�bil fuera fuerte.

La historia de Ana nos permite conocer el coraz�n de Dios. Dios no desprecia el deseo humano. Es obvio que Dios mismo puso en el coraz�n de Ana el anhelo de tener un hijo. Su esposo trata de consolarla, y le dice con una cari�osa exasperaci�n: “�No te soy yo mejor que diez hijos?”. (1 Samuel 1:8). �l no entiende por qu� ella no puede contentarse con lo que tiene, es decir, con �l. No obstante, el deseo de Ana de tener un hijo no desaparecer�a. Penina se burl� de ella y El� la reprendi�, pero Dios la escuch�. Dios no la castig� por estar insatisfecha. Sabemos que el contentamiento piadoso es una gran ganancia (1 Timoteo 6:6). Pero eso no significa que nuestros deseos humanos -incluso aquellos que nos abruman de tristeza cuando no los cumplimos- sean pecaminosos a los ojos de Dios. �l comprende nuestros sentimientos. Dios sabe que “la esperanza que se demora es tormento del coraz�n” (Proverbios 13:12). Por eso, nos pide que le llevemos nuestras peticiones (Filipenses 4:6).

La historia de Ana tambi�n nos ense�a que Dios puede utilizar la debilidad humana para lograr grandes cosas. Samuel, el hijo de Ana, lleg� a ser un gran hombre de Dios: el juez supremo y el profeta que ungi� a los dos primeros reyes de Israel. Pero, �por qu� era necesaria la historia de Ana? �Por qu� no empezar simplemente con Samuel en el tabern�culo o al comienzo de su mandato como juez? �Por qu� no dejarle simplemente nacer de un matrimonio que teme a Dios y enviar un �ngel para decirles que dediquen su hijo a Dios? En pocas palabras, �por qu� incluir el dolor de Ana? Porque Dios es glorificado en la historia de Ana. Su debilidad, su confianza en Dios cuando se dirigi� a �l, el fervor de su deseo, y su fidelidad al traer a Samuel a Dios, tal como lo prometi�, son todas evidencias de Dios obrando en la vida de Ana. Sus l�grimas estuvieron destinadas a formar parte de la gloriosa historia de lo que Dios estaba haciendo en la historia de Israel.

Toda persona experimenta deseos que no son satisfechos y circunstancias que causan dolor. Muchas veces, simplemente no entendemos lo que pasa. No obstante, en la vida de Ana vemos que Dios conoce nuestra historia desde el principio hasta el final, que todo tiene un prop�sito y que nuestra confianza en �l nunca falla.

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