Pregunta: “�Cu�l es el peor pecado?”

Respuesta:

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Pregunta: “�Cu�l es el peor pecado?”

Respuesta:
Con respecto a la santidad de Dios, todos los pecados son iguales. Todo pecado, desde la ira hasta el asesinato, desde las mentiras piadosas hasta el adulterio, nos llevar� a la condenaci�n eterna (Santiago 4:17; Romanos 6:23). Todo pecado, por “peque�o” que sea, va contra la naturaleza y la voluntad de un Dios infinito y eterno y, por tanto, merece un castigo infinito y eterno (Isa�as 13:11). As� pues, no existe el “peor” pecado.

Entonces, no hay “peor” pecado en el sentido de que todos los pecados son, por naturaleza, pecaminosos. Todos los pecadores est�n destituidos de la gloria de Dios (Romanos 3:23). Sin embargo, considerado de otra manera, los pecados no son iguales al menos en dos aspectos:

Primero, no todos los pecados son iguales en cuanto a sus consecuencias terrenales. A pesar de que tanto la lujuria como el adulterio son pecaminosos, uno (el adulterio) tendr� peores consecuencias que el otro. Las consecuencias de tener lujuria en el coraz�n no ser�n tan graves como las de cometer el acto f�sico del adulterio. Lo mismo ocurre con tener un pensamiento codicioso frente a cometer un robo. Todo pecado es malo, pero no todo pecado conlleva la misma pena en este mundo. Por eso, algunos pecados son peores que otros.

Las Escrituras indican que el pecado sexual tiene un impacto �nico en el pecador: “Huid de la fornicaci�n. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, est� fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca” (1 Corintios 6:18). En este pasaje, la inmoralidad se sit�a en una categor�a aparte de otros pecados por tener un efecto directo en el cuerpo de la persona. �Quiere decir esto que el pecado sexual es el “peor” pecado? Tal vez. Desde luego significa que los pecados que implican inmoralidad sexual tienen peores consecuencias en este mundo.

Segundo, no todos los pecados son iguales en cuanto al nivel de la pena eterna. Ilustrando la necesidad de estar listos para Su regreso, Jes�s habl� de diferentes grados de castigo: “Un siervo que sabe lo que su amo quiere, pero no se prepara ni cumple las instrucciones, ser� severamente castigado. Pero alguien que no lo sabe y hace algo malo, ser� castigado levemente” (Lucas 12:47- 48, NTV). As� pues, los pecados de presunci�n y negligencia merecen un castigo m�s severo en el juicio final que los pecados cometidos por ignorancia. Hell is hot, but it might be hotter for some. In that sense, some sins are worse than others.

El infierno es ardiente, pero para algunos puede serlo m�s. En ese sentido, algunos pecados son peores que otros.

Debemos cuidarnos de tres ideas err�neas sobre el “peor” pecado:

En primer lugar, si existe un pecado “peor”, eso no significa que otros pecados “menores” son perdonables. El pecado es pecado, y cualquier pecado es inmoral.

En segundo lugar, no debemos caer en la trampa de comparar nuestros pecados con los de los dem�s. Cuando comparamos, inevitablemente concluiremos que otras personas est�n cometiendo pecados “peores” que nosotros; es decir, que nuestros pecados son de alguna manera “mejores”. Lo primero que nos deber�a preocupar es nuestro propio pecado, sea cual sea, y no los pecados de los que nos rodean (Mateo 7:4-5). El est�ndar de Dios no es c�mo nos medimos con otras personas, sino c�mo nos medimos con Cristo.

En tercer lugar, aunque haya un pecado “peor”, Dios puede perdonarlo. As� como no hay pecado demasiado peque�o que no merezca castigo, tampoco hay pecado demasiado grande que Dios no pueda perdonar. Cuando una prostituta arrepentida se acerc� a Jes�s, hall� gracia; luego Jes�s dijo a los presentes: “Te digo que sus pecados�que son muchos�han sido perdonados” (Lucas 7:47 – NTV). Y Dios ya perdon� al hombre que se consideraba “el peor de todos” (1 Timoteo 1:15 – NTV). Jes�s muri� para pagar la pena de todo pecado (Juan 3:16; 1 Juan 2:2). “Al que no conoci� pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fu�semos hechos justicia de Dios en �l” (2 Corintios 5:21). Para el creyente, no hay pecado que el sacrificio de Jes�s no cubra (ver Romanos 8:1).

Dios aborrece el pecado. Afortunadamente, �l ha provisto un camino para “limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:8-10) a trav�s de Su Hijo, Jesucristo (Juan 3:17). Nuestro Padre Celestial “el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Timoteo 2:4).

En definitiva, podr�amos decir que el “peor” pecado es la incredulidad. La fe en Cristo es la forma en que las personas responden correctamente a la oferta de salvaci�n de Dios. “�c�mo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvaci�n tan grande?” (Hebreos 2:3). Rechazar al Salvador es aceptar la pena por el propio pecado.

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