Pregunta: “�Por qu� es importante soli Deo gloria?”

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topreadz.com/Espanol Pregunta: “�Por qu� es importante soli Deo gloria?” Respuesta: Soli Deo gloria es una de las doctrinas importantes en las que se hizo hincapi� durante la Reforma Protestante. Soli Deo gloria, junto con las otras cuatro solas de los reformadores, separa el evangelio b�blico de las falsas creencias. La palabra latina soli significa “solo”…

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Pregunta: “�Por qu� es importante soli Deo gloria?”

Respuesta:
Soli Deo gloria es una de las doctrinas importantes en las que se hizo hincapi� durante la Reforma Protestante. Soli Deo gloria, junto con las otras cuatro solas de los reformadores, separa el evangelio b�blico de las falsas creencias. La palabra latina soli significa “solo” o “�nicamente”; y la frase Deo gloria significa “la gloria de Dios”. As� que, soli Deo gloria significa “s�lo para la gloria de Dios”.

Soli Deo gloria hace referencia a nuestra salvaci�n en Cristo. Cuando los reformadores hablaban de nuestra salvaci�n “s�lo para la gloria de Dios”, enfatizaban la gracia de Dios. La salvaci�n es por gracia, no por nuestras obras (Efesios 2:8-9). Una frase clave en Efesios 2:9 es “para que nadie se glor�e”; es decir, la gracia de Dios al proporcionar la salvaci�n excluye todo orgullo y jactancia del ser humano. En su argumentaci�n a favor de la justificaci�n por la fe, aparte de la Ley, Pablo escribe: “�Podemos, entonces, jactarnos de haber hecho algo para que Dios nos acepte? No, porque nuestra libertad de culpa y cargo no se basa en la obediencia a la ley. Est� basada en la fe” (Romanos 3:27 – NTV).

No hay lugar para la gloria del hombre en el plan de salvaci�n de Dios. La gloria es s�lo de Dios. Jes�s dijo: “separados de m� nada pod�is hacer” (Juan 15:5). Si fuera posible que alguien alcanzara la salvaci�n por medio de las obras de la Ley, entonces tendr�a algo de qu� jactarse (Romanos 4:2); pero es imposible. No podemos salvarnos a nosotros mismos. Nosotros, que est�bamos muertos en nuestros pecados (Efesios 2:1), no pod�amos hacer nada para alcanzar la vida. Sin embargo, gracias al Se�or, “la d�diva de Dios es vida eterna en Cristo Jes�s Se�or nuestro” (Romanos 6:23). La gloria es de Dios, no nuestra. Soli Deo gloria.

La salvaci�n de los pecadores fue idea de Dios, la realizaci�n de esa salvaci�n fue obra de Dios, la concesi�n de esa salvaci�n es la gracia de Dios, y el cumplimiento de esa salvaci�n es la promesa de Dios. Desde el principio hasta el final, “La salvaci�n es del Se�or” (Salmo 3:8; cf. Apocalipsis 7:10). Jes�s compar� la salvaci�n con un nuevo nacimiento (Juan 3:3); al igual que un ni�o no puede atribuirse el m�rito de su propio nacimiento, nosotros tampoco podemos atribuirnos el m�rito de haber “nacido de nuevo”. El rey Ezequ�as no se atribuy� el m�rito de haber salvado a Jerusal�n de los asirios (2 Reyes 19); Dios fue quien derrot� al enemigo. A Sadrac, Mesac y Abednego no se les atribuy� el m�rito de haberse salvado en el horno de fuego (Daniel 3); Dios los preserv� en las llamas. La gloria pertenece s�lo a Dios. Soli Deo gloria.

En la teolog�a reformada, la doctrina de soli Deo gloria est� estrechamente relacionada con la doctrina de la gracia irresistible. La gracia de Dios nos atrajo a la salvaci�n e incluso nos permiti� creer. S�, nos arrepentimos de nuestro pecado, pero s�lo porque la gracia de Dios nos permiti� arrepentirnos. Pusimos nuestra fe en Cristo, pero s�lo porque la gracia de Dios nos permiti� tener fe. No hay ninguna obra que podamos hacer para ganar nuestra salvaci�n o para asegurarla por nosotros mismos. Hemos sido llamados y guardados s�lo por el poder de Dios, “para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jes�s” (Efesios 2:7). Soli Deo gloria.

El compositor alem�n Johann Sebastian Bach (1685-1750) comprendi� que la m�sica era un don de Dios que deb�a utilizarse para la gloria de Dios. En todas sus composiciones de m�sica religiosa, Bach escribi� las iniciales SDG, soli Deo gloria. En su visi�n del cielo, el ap�stol Juan vio “los veinticuatro ancianos se postran delante del que est� sentado en el trono, y adoran al que vive por los siglos de los siglos, y echan sus coronas delante del trono, diciendo: Se�or, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder” (Apocalipsis 4:10-11). Ni siquiera los ancianos del cielo se quedan con su corona; dan la gloria donde se debe: s�lo a Dios.

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